Hacía muchísimo tiempo que no veía una película de animación clásica, lo que se dice "una de dibujos". Las últimas creaciones en este campo dejan mucho que desear, teniendo nosotros que recurrir a Pixar y compañía y a la plastilina para encontrar algo estimulante. Sin embargo, me he decidido a ver esta película por la cantidad de comentarios positivos que había leído sobre ella, algunos incluso calificándola (exageradamente, la verdad) de película de culto. Y no me ha decepcionado.

El gigante de hierro adapta la historia del mismo nombre de Ted Hughes. Un misterioso robot gigante cae del espacio, pero se queda amnésico y no recuerda cuál es su propósito en la Tierra. Pronto entabla amistad con un niño que actúa al mismo tiempo de amigo y dueño del robot. El libro es decididamente infantil, pero la película utiliza un tono adulto apto para los niños: al estilo de casi todas las películas de animación que se hacen ahora, vamos. El gigante de hierro es un entretenimiento con aires de cuento, pero un entretenimiento inteligente. Las situaciones que están a punto de rozar lo sentimentaloide, consiguen quedarse en el punto justo para resultar simplemente bonitas. El espectador no tarda en caer en las garras de los personajes, sintiéndose emocionado y divertido a partes iguales. La historia también funciona estupendamente como retrato de lo que significa ser niño, en este caso en "la era del átomo" (estupendamente reflejada también); de ese mundo de comics baratos y películas de miedo que hacían fantasear a cualquiera.

Aunque a la película no se la debe sobreestimar, ya que no deja de ser una batidora de otros temas ya tratados extensamente en el cine. ¿Un niño que se hace amigo de una cosa rara? Visto. ¿Una bestia asesina que se vuelve buena gracias a alguien inocente? Visto. ¿El gobierno intentando dar caza a algo aparentemente peligroso que sólo quiere que le dejen tranquilo? Visto. Etc.