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Archilupo rating:
8
6.8
1,040
Drama
1799, the General Souvarof invades Italy. The Marquise of O… is a young widow. Her father commands a zone in the thick of battle that is soon overcome by the Russians. The soldiers are about to ravage the Marquise when a Russian lieutenant colonel, Count F…, carries her off to a wing of the castle, and, when she faints, rapes her. The Marquise, unconscious at the time and therefore unaware of his act, thinks of him as her saviour and ... [+]
Language of the review:
- es
May 7, 2008
40 of 46 users found this review helpful
¿Por qué el paladín de la naturalidad, el filmador de la hierba en crecimiento, escoge un texto del neurasténico prusiano Von Kleist, cuya riqueza expresiva es, a efectos cinematográficos, comparable a la gracia que otro prusiano, el venerable Kant, luciría a la hora de contar un chiste?
¿Se ha cansado del estilo de los 'Cuentos morales' y se ha ido a la otra punta? ¿Le hacía ilusión salir en uniforme militar, como sale en los primeros minutos, en actitud marciana?
Los personajes, con teatralidad envarada, se lanzan a largos y ceremoniales parlamentos, a soliloquios aparatosos, con retórica de aprendiz de vocabulario filosófico. Y Rohmer se apunta con deliberación al arcaísmo: mediante negro y carteles separa escenas. Así, inserta citas literales del texto original.
A distancia de entomólogo, no está filmando la vida cotidiana francesa sino un texto al pie de la letra, el espeso tramado de un texto pretencioso que le interesa por su tema.
"Aguarden, no se impacienten, que todo esto me viene bien, ya verán. No hagan demasiado caso a estos personajes, no hace falta que se identifiquen con ninguno... Gocen mientras con la foto de Néstor, y el vestuario, y los muebles, que ya verán...".
¡Bien, maestro, pero no tarde usted, que lo de Von Kleist está siendo un pestiño de bi-Gott!
En un dieciochesco casino prusiano la viril parroquia da chupadas a sus pipas y se sonríe con sorna al leer un aviso del periódico: la viuda marquesa de O. comunica que, sin poder explicar cómo, se halla embarazada y solicita se persone el padre, si existe, con el fin de conocerlo.
Un extenso flashback (raro en Rohmer) regresa al momento en que, durante un asalto de tropas rusas, la marquesa es salvada in extremis de la violación por un apuesto oficial, encarnado por Bruno Capablanca Ganz.
Mientras Julieta, la marquesa, se repone sedada sobre un lecho, yace igual que en el cuadro "El íncubo", de Füssli, contemporáneo de Von Kleist. El íncubo no está sentado sobre ella, claro, pero ronda cerca, implícito.
Los primeros síntomas de embarazo, meses después, dan origen a un descomunal conflicto: Julieta ha de responder de su inexplicable estado ante una familia y una sociedad extremadamente intransigentes.
(Sigue en el spoiler)
¿Se ha cansado del estilo de los 'Cuentos morales' y se ha ido a la otra punta? ¿Le hacía ilusión salir en uniforme militar, como sale en los primeros minutos, en actitud marciana?
Los personajes, con teatralidad envarada, se lanzan a largos y ceremoniales parlamentos, a soliloquios aparatosos, con retórica de aprendiz de vocabulario filosófico. Y Rohmer se apunta con deliberación al arcaísmo: mediante negro y carteles separa escenas. Así, inserta citas literales del texto original.
A distancia de entomólogo, no está filmando la vida cotidiana francesa sino un texto al pie de la letra, el espeso tramado de un texto pretencioso que le interesa por su tema.
"Aguarden, no se impacienten, que todo esto me viene bien, ya verán. No hagan demasiado caso a estos personajes, no hace falta que se identifiquen con ninguno... Gocen mientras con la foto de Néstor, y el vestuario, y los muebles, que ya verán...".
¡Bien, maestro, pero no tarde usted, que lo de Von Kleist está siendo un pestiño de bi-Gott!
En un dieciochesco casino prusiano la viril parroquia da chupadas a sus pipas y se sonríe con sorna al leer un aviso del periódico: la viuda marquesa de O. comunica que, sin poder explicar cómo, se halla embarazada y solicita se persone el padre, si existe, con el fin de conocerlo.
Un extenso flashback (raro en Rohmer) regresa al momento en que, durante un asalto de tropas rusas, la marquesa es salvada in extremis de la violación por un apuesto oficial, encarnado por Bruno Capablanca Ganz.
Mientras Julieta, la marquesa, se repone sedada sobre un lecho, yace igual que en el cuadro "El íncubo", de Füssli, contemporáneo de Von Kleist. El íncubo no está sentado sobre ella, claro, pero ronda cerca, implícito.
Los primeros síntomas de embarazo, meses después, dan origen a un descomunal conflicto: Julieta ha de responder de su inexplicable estado ante una familia y una sociedad extremadamente intransigentes.
(Sigue en el spoiler)
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
En el desarrollo del conflicto (admite comparaciones con "El caso Winslow") aparece la mano de Rohmer, estratega al servicio de la intensidad: con intensidad se trata el problema del conocimiento de lo real, la angustiosa incertidumbre que la borrosidad de sus límites puede causar. Julieta duda si está o no encinta; si puede tratarse de un fenómeno sobrenatural o portentoso, una concepción inmaculada: quién sabe...
La sociedad, familia incluida, no comparte sus vacilaciones y responde según estricta y farisea moralidad.
En torno al suceso se van examinando importantes problemas relativos a la inserción de la conciencia individual en la colectiva, a la violencia con que ese engranaje puede soltar chispas en momentos críticos; a la dificultad de la inocencia para subsistir frente al doble rodillo de las evidencias confabuladas en contra, por un lado, y de los prejuicios comunitarios, por otro.
Rohmer conduce ahora el dramatismo de los seres humanos forzados a romper desde dentro las corazas de lo convencional y emerger dolientes, estremecidos. Se suceden emotivas escenas, saturadas de sentimientos nobles y profundos, como la luz capturada maravillosamente por Néstor Almendros satura toda la película, dotándola de una claridad que termina calando en el subconsciente.
Triunfo del estratega: Momo, Rohmer el cineasta, es también el Zorro de la Estepa (prusiana).
La sociedad, familia incluida, no comparte sus vacilaciones y responde según estricta y farisea moralidad.
En torno al suceso se van examinando importantes problemas relativos a la inserción de la conciencia individual en la colectiva, a la violencia con que ese engranaje puede soltar chispas en momentos críticos; a la dificultad de la inocencia para subsistir frente al doble rodillo de las evidencias confabuladas en contra, por un lado, y de los prejuicios comunitarios, por otro.
Rohmer conduce ahora el dramatismo de los seres humanos forzados a romper desde dentro las corazas de lo convencional y emerger dolientes, estremecidos. Se suceden emotivas escenas, saturadas de sentimientos nobles y profundos, como la luz capturada maravillosamente por Néstor Almendros satura toda la película, dotándola de una claridad que termina calando en el subconsciente.
Triunfo del estratega: Momo, Rohmer el cineasta, es también el Zorro de la Estepa (prusiana).