Da igual de que vaya una película. Da igual incluso si es buena o es mala. Lo único importante es si esa película consigue involucrarte en lo que cuenta o por contra te resulta indiferente, si te entretiene o te aburre, si te hace reir o te dan ganas de ahorcarte. Esta película logra todo lo anterior en apenas 90 minutos que se pasan en un suspiro.

Es cierto que aborda los temas que toca con cierta condescencia y bordea los lugares comunes adentrándose en ellos algunas de las veces, pero un lugar común es un lugar conocido y no por estar en boca de todos, se te tienen que quitar las ganas de volver por allí. La película formalmente es original sin resultar pedante, los actores habitan con gusto en el personaje y la historia que cuentan es cotidiana y reconocible sin hacerse pesada en ningún momento. El mundo se equivoca y el mundo quiere ser perdonado, más o menos eso, pero contado con más talento.

Pero lo mejor de todo es el gusto por los pequeños detalles, por las anécdotas microscópicas, la mezcla de la risa y el llanto, la ternura que lo preside todo. Desconozco si hubo algún mensaje más trascendete que no comprendí. Seguro que no tenía ninguna importancia.