Película bien realizada e interpretada -Céleste está…celestial- pero que en la intención demuestra un fundamentalismo laicista casi igual de ultra que el que se critica. Uno de los críticos que aquí aparecen dice incluso que “la religión colapsa Francia”, cuando se confiesan católicos menos de la mitad de la población y los sin religión pasan del 40%.
Vamos por parte. Una secta, que tampoco es que abunde mucho esto, no es la religión. Me imagino que los millones de franceses, españoles, italianos, etc, que van a misa a la parroquia de cada uno no se encuentran con unos desquiciados como los que se describe aquí. Esta es historia de un grupito crédulo y engañado, que cabe en seis furgonetas.
Por otro lado, está el mito de lo comunitario. Tiene buena prensa la comunidad. Y pasa lo que pasa, que aparece un loco y hay gente que se apunta. Más independencia personal, para creer o no creer, y menos lobos con esto de que la comunidad lo arregla todo.
Y por otro lado: el fenómeno sectario no se da solo en una mala interpretación de la conciencia religiosa. Se da en el fútbol, en la política, en las redes sociales.
Volviendo a la película, hay escenas de relleno, que no aportan mucho. Entre las que no podía faltar lo del exorcismo. Para no poca gente, porque la ignorancia es lo último que se pierde, los curas están gran parte del día dedicados a exorcizar.
Propongo una especie de antídoto de esta película. Diario de un cura rural, de Bresson. Eso sí que es una obra de arte, siempre estimada. Dudo mucho que esta de Sarah Suco se recuerde pasados unos años.