En cuanto denuncia del trato no muy humano que se da a muchos inmigrantes, bien.
En cuanto película, es de un minimalismo que acaba cansando. Sobre todo el mutismo de la tal Aisha.
Su vida ha sido y es horrorosa, pero, joder, que se abra, que hable, que se explaye. Tanto mutismo acaba perjudicando el ritmo de la película hasta casi caer en el aburrimiento.
Las interpretaciones de Letitia Wright y de Josh O’Connor bien, salvo eso, que no hablan mucho. Es más fácil actuar en silencios que con palabras y expresiones faciales.