También yo, influido por las críticas “profesionales” me animé a ver esto. El primer episodio, inconexo, repetitivo, me descorazonó, pero le di un margen de confianza. Y así seguí, esperando que se construyera algún tipo de historia más allá de la chica trans, y es que lo trans aparece ya hasta en la sopa. Que muy bien, pero, Guadagnino, además de tus obsesiones se espera que el guión tenga clase.
Esto no la tiene y aparte de ver un poco el interesante paisaje y la ciudad de Chioggia, al lado de Venecia, pero menos conocida, él asistir a los devaneos del extravagante Fraser Wilson, hijo de la coronel lesbiana de la base militar USA, resulta agotador. Porque el chaval no habla apenas, no dice lo que siente, solo hace chorradas.
Muy al final, en el VII episodio, un poco de drama y de ensalzamiento del ejército USA, con la muerte de tres soldados en Afganistán. Ahí Guadagnino intenta ligar con algo de lo anterior pero sin gracia alguna.
Pero por lo visto queda bien decir que Guadagnino es un genio. Tengo en la cabeza a tantos directores de cine italianos que si comparo a Guadagnino con ellos, aflora su limitación: poner sus preferencias personales por encima de una verdadera obra artística.