Un ingeniero multimillonario presencia cómo su mejor amigo muere a manos de delincuentes comunes. Obsesionado con hallar al culpable, se hace cargo de una de las 22 comisarías de Chicago, proveyéndolas de armas, vehículos, y la última tecnología, dron incluido, y la APB, una aplicación que garantiza el auxilio inmediato. Tendrá que lidiar con la desconfianza de la policía, y sobre todo, con la del alcalde de Chicago, que ve con malos ojos las consecuencias que pueda traerle a su próxima reelección.

En esta lucha contra el crimen, hay ciertas semejanzas con Robocop, aunque las diferencias son irreconciliables, porque mientras en la película de Paul Verhoeven la justicia era implacable y sanguinaria, en esta serie apta para todo público tenemos una rutinaria lucha contra la delincuencia, cuya única novedad es una aproximación realista a cómo serán los procedimientos policiales del futuro; no hay controversia moral, no hay sangre, violencia excesiva, y ni siquiera hay muertes, porque la nueva arma del futuro será un taser eléctrico de larga distancia que no ocasiona daño permanente. Serie entretenida, pero no es emocionante como uno habría esperado, y en cierta forma decepcionante.