En un departamento, en EE.UU., dos estudiantes universitarios asesinan a un compañero -y no adelanto nada porque esa es la escena inicial- con una soga que, justamente da título a la película. Parodiando el criterio de quienes aducen que un asesinato puede ser una obra artística, confiando en su seguro triunfo, invitan a sus relaciones a una fiesta a la escena del asesinato, que incluye a los padres del infortunado. A partir de ahí, todo el film discurrirá en ese ámbito escenográfico mínimo -en ningún momento hay tomas de exteriores- con los riesgos de que algún detalle del crimen se escape -en su confianza ciega el cerebro del homicidio usa la soga para hacer un hato de libros- pero deberán lidiar con la sensibilidad más aguda del otro autor del hecho, potenciada con unos tragos de más. Buenas actuaciones y, sin ser deslumbrante, la película tiene diálogos circunstanciales más o menos atinados y se deja ver aceptablemente. Coincido con quienes ven una obra de teatro, de agún modo, filmada. 8,5