Ay, algo me pasa...

Debo reconocer que Ben Stiller me gusta...Sí, me hace una gracia loca, qué le vamos a hacer he visto muchas de sus pelis, demasiadas, y casi siempre me ha hecho soltar alguna risotada, tal vez mononeuronal, pero sincera, y uno no debe engañarse a sí mismo. Con Zoolander me pasa esto: la he visto tres o cuatro veces, y siempre espero la chorrada de turno para descojonarme, a pesar de ser consciente de que a menudo es un humor grueso y tontorrón, pero no lo puedo evitar. La peli está repleta de situaciones por el estilo, especialmente cuando el ceporro de Derek comparte pantalla con Hansel, archirrival en la ficción y, en la realidad, Owen Wilson, uno de los supercolegas de Stiller.
Creo que el buen rollito que se transmite está generado por ser una producción de amigotes, los mencionados y otros como Will Ferrell (éste sí que nunca me ha hecho tilín), aparte de que Ben ha enchufado a media familia en la cosa (su padre, haciendo de su representante, Maury, su mujer, Christine Taylor, como la reportera del Time y partenaire del prota, su hermana, etc, etc. ), junto a un listado casi interminable de famosos y famosillos que tienen sus cameos correspondientes.
Por supuesto no está destinada a pasar a la historia del cine como el non plus ultra de la excelencia cinematográfica, pero tampoco lo pretende; simplemente cumple admirablemente su vocación de ser un producto agradable, absurdo y divertido hasta la médula.