Tom Shadyac se atreve a dejar su cómoda posición de perpetrador de flojitas comedias al servicio de cómicos del calibre de Jim Carrey, Eddie Murphy o Robin Williams para meterse en un traje que le queda muy grande: una especie de thriller parapsicológico de los muchos surgidos gracias al éxito de El Sexto Sentido.
Pero con las intenciones no se hace una buena película: aquí no pasa de ser algo con aparicencia de telefilme lujoso, en el que hay unas cuantas caras conocidas: Kevin Costner, de protagonista absoluto, haciendo del desconsolado viudo Joe Darrow, que no acaba de superar la pérdida de su mujer; Kathy Bates en el papel de la vecina dispuesta a echar una mano, pero en un papel que no aporta nada en absoluto, y Linda Hunt haciendo de monja médium, lo que tiene su gracia.
Aunque el amigo Costner se esfuerce en hacer creíble su interpretación (a pesar de que su cara oscile entre la expresión compungida y la de medio loco), no logra sacar adelante una trama absurda, mal desarrollada, y , lo que es peor, escasa de interés. Tampoco ayuda el hecho de que se inserten "sustos" que se ven venir, remarcados por la música, recurso un tanto contradictorio a la hora de generar suspense, sobre todo si no hay nadie detrás de la cámara con el talento suficiente para crear esa atmósfera.
En definitiva, creo que hay que hilar muy fino para presentar de una manera creíble una historia basada en experiencias extracorpóreas y en algo tan delicado como la frontera entre la vida y la muerte, y ni el director ni los guionistas pulsan las teclas adecuadas para hacer una película interesante, por lo que todo resulta bastante previsible y desacertado.