Algunos personajes en las película de Lars Von Trier, como algunos personajes de Franz Kafka, parecen marcados desde la cuna por un fatal sino ineludible. Así, Selma Jezkova, como Joseph K, de raíces checoslovacas ambos, entran en la rueda sin hacer preguntas y, sin cosa alguna que pueda reprochárseles, habiendo sido calumniados.
No son pocas, pues, las similitudes de BAILAR EN LA OSCURIDAD con El proceso, obra cumbre del gran escritor praguense; sin embargo, y de otro lado, el frágil Peter Stormare de la historia de Trier no tiene mucho en común con, por ejemplo, el rudo Peter Stormare de El gran Lebowski y Björk, que se llevó una pila de premios por su interpretación, no se parece en absoluto a esa chica que acudió a la gala de entrega de no sé qué premios vestida de cisne.
Buen musical, piedra en el zapato y llamada de atención: hay quien sigue enviando a corderos inermes a vastas latitudes infestadas de lobos y quienes, mientras ancianas observan con curiosidades poco habituales, siguen arrestando en la mañana a pobres individuos que no han hecho nada malo.