Muermo de bajo presupuesto. Meryl Streep, ahora consagrada intérprete, figura de inspiración para muchas, antaño no infundía tanta solvencia. En la primera escena que comparte con Scheider, exagera su nerviosismo para que hasta al espectador con menos luces le quede claro que de repente se ha inquietado.

La siguiente toma de contacto que tiene con Scheider es porque va directamente a su hogar (al de un hombre que no conoce de nada y con el que no tiene ninguna relación ¿?) para una nimiedad. Habiendo hecho el acto de entrega de la baratija, dice que se tiene que ir, pero titubeando. No se larga directamente. Scheider dice que se quede un poco, cosa que da pie para que su personaje se haga la misteriosa como queriendo desvelar algún secreto o detalle escrupuloso, pero finalmente solo acaba dando a entender que oculta algo, mediante el mentado aturullamiento (cosa que crea desasosiego en el espectador para nada, siendo este un recurso narrativo que considero pobre).

Por otro lado, hay algunos sustos audiovisuales metidos a mansalva y sin criterio. Para mí, nada que valga la pena.