Lo primero que hay que decir es que no se trata de la típica película convencional que esperamos al ser anunciada a bombo y platillo en todos los espacios publicitarios, pero tampoco se trata de una minimalista o intimista. El arte de esta película no reside en sus grandes diálogos o en lo que los personajes nos manifiestan, sino que ha de apreciarse cada detalle visual y extraer de las puras y singulares imágenes ese mensaje que se nos quiere transmitir.

Al finalizar la proyección, los gritos de "la mayor mierda que he visto en mi vida", "que me devuelvan el dinero" o "va a timar a su puta..." fueron muy frecuentes, pero yo quiero que nos planteemos una cosa: no hemos acudido a ver la típica película de entretenimiento. Es la belleza simple y pura que transmite cada uno de sus planes, el mensaje de trasfondo que desprende la singular vida de una sola familia en torno al dolor, la dureza y los caminos de la vida manifestados en todos y cada uno de los planos lo que se debe apreciar, sin dejarnos embaucar simplemente por el término de documental con el cual han catalogado este film.