Bueno, ¿y qué ha sido de esta directora de cine que aparte de tener un éxito de taquilla como «Mira quien habla» hizo una película de culto y una de las mejores comedias románticas que existen como es «Fuera de onda»?

Clásico familiar de los noventa, «Mira quien habla» se mete en la cabeza de un niño desde que está en el vientre de su madre para expresar lo que piensa y siente sobre lo que le rodea. En realidad esto no es más que un reclamo tierno y cómico para contarnos lo que en teoría es una historia romántica, aunque yo lo de romántico la verdad es que no lo veo mucho.

Porque me pregunto qué tiene que hacer un hombre para que se enamoren de él si a este pobre James de John Travolta, que es un buenazo, le cuesta como dos años conquistar a Molly, la madre soltera que interpreta Kirstie Allen. No sé, quiero saberlo. James es simpático, el mejor padre del mundo, cariñoso, atento, divertido, responsable y hasta apuesto, así que, Molly, ¿qué narices quieres para ti y tu hijo? A lo mejor es que su clasismo norteamericano y su estupidez emocional le impiden reconocer los valores de un hombre que se desvive por ella y por su hijo. Mientras, de forma incomprensible, ella sigue enganchada como una boba al padre de su retoño, un charlatán casado, madurito, que la ha engañado mil veces y rico, pero se ve que ser rico es lo principal para que la mujer se comporte como una desesperada que aguanta lo que sea. Esto da asco, en serio.

La película está plagada de clichés, estereotipos y, a fin de cuentas, fantasías femeninas. No comprendo muy bien su éxito pero tiene su gracia.