¿Terror? En absoluto.

«Los misteriosos asesinatos de Limehouse» es thriller y si digo que no tiene nada de sobrenatural no estoy haciendo ningún spoiler porque enseguida sabemos qué es qué y quién es quién. Cinco minutos bastan, y no exagero, para que descubramos los misterios de esta historia teóricamente truculenta pero en la práctica anodina que narra la investigación de unos horribles crímenes en el Londres de finales del siglo diecinueve.

Que conste que algo por haberse visto muchas veces no tiene por qué ser malo, así que este planteamiento tipo Jack el Destripador tan descaradamente conocido queda bien por ser evocador y misterioso, lo que le hace jugar a priori con ventaja. Sin embargo, hay que rematar el partido con una buena historia, con una historia tan siquiera sólida; o que al menos no sea ridícula, como es el caso.

En «Los misteriosos asesinatos de Limehouse» se lleva a cabo una investigación pésima por parte del inspector Kildare, quien se supone que es uno de los mejores investigadores del país. Así va el mundo, claro. Este hombre parte de una serie de supuestos que da por hechos porque sí, porque realmente es un mal detective y no lleva a la práctica la máxima holmesiana de no dar nada por sentado. Kildare decide quién es bueno, quién es malo y quién es sospechoso o no según le parezca a él, sin ninguna rigurosidad, mientras se entretiene en escuchar la historia de la vida de la señora Cree, acusada de asesinar a su marido y principal sospechoso de ser el temible asesino llamado el Golem. De esta manera, la película da vueltas sobre los personajes en un intento fracasado de engañar al espectador, pero el guion no tiene ni el ingenio ni el peso para lograrlo. Así que al final descubrimos que todo es lo que parece y, por lo tanto, ridículo y que la película es una pérdida de tiempo.

Qué horror.