Bueno, vale, «The Order» no es que sea muy brillante, pero ¿tan mala es? ¿Tan mala, tan mala?

Bajo presupuesto y una puesta en escena de segunda fila, de acuerdo. Sin embargo, es agradable de ver, simpática, tiene desparpajo y las secuencias de acción y lucha están bien montadas. No hay mucha tensión y lo que hace Van Damme es darse un garbeo por Jerusalén sin que percibamos demasiado peligro, todo hay que decirlo; aun así, se pelea con un buen puñado de esbirros, enamora a la chica en más tiempo del que nos tiene acostumbrados (no os creáis, unos minutillos más), rescata a su padre, es amigo de Charlton Heston (mítico, mítico) y tiene que salvar el mundo de una segura tercera guerra mundial. De paso, descubre tesoros arqueológicos que, de ser yo la autoridad, dejaba que se los llevara a placer. Yo a Van Damme no puede negarle nada.

Tal y como lo cuento, es tal cual es: es decir, mucha aventura inconsciente y un malo que aparece llegado el momento pero que perfectamente podría no haber aparecido. Tonta y queriendo serlo, pasarás un rato distendido si tienes buenas intenciones para ello.