Bueno, después de todo eso de tener a Jake Gyllenhaal duplicado no es ninguna tragedia. De hecho, no puede causar ningún temor, ¡es una alegría! Si no, que se lo digan a la resignada y angelical esposa embarazada, que al parecer, siguiendo la filosofía de otras tantas, solo quiere a su esposo por su cuerpo. «¿No te quitas la ropa?». Eso, camisa fuera.

Yo, sin embargo, no valoro a Gyllenhaal solo por esa masculina silueta con la que nos deleita, su sonrisa clara, ni por sus ojos azules, sino también, y sobre todo, por sus capacidades interpretativas. Siempre me ha parecido un buen actor, pero creo que en «Enemy» está superior. Es increíble lo que este chico hace aquí. En menos de cinco minutos, sin hablar y sin que apenas se le vea la cara nos interpreta a un hombre completamente distinto al que vemos a continuación, y se diferencian sin problemas. En cuanto nos presentan al profesor Adam está clarísimo que no era el del principio, logrando esa dicotomía durante toda la película. Esto es fantástico. No es que le cambien el peinado, lo que no tendría mérito: es que él cambia de postura, de forma de mirar, de moverse, de expresarse con su cuerpo, de actitud, de aire. Impresionante, de verdad.

Más allá de ese disfrute interpretativo que nos proporciona Gyllenhaal, «Enemy» tiene poco más. Me preguntaba el otro día una amiga de qué iba la película y prometo que no pude decirle nada aparte de la premisa de los dobles. Sí, lo admito: no tengo ni idea de qué va esto. No entiendo el final. No entiendo el significado verdadero de las arañas. ¿Un especie de ello oculto? ¿La parte más negativa del ser humano? ¿El otro es la otra cara de ti mismo? Si es ese el mensaje, lo refleja muy mal. Si no, a saber. Parece que hay algo más, que la historia tiene mayor recorrido, que hay cosas escondidas que, o no pueden explicarse, o directamente Villeneuve no quiere. ¿Y ese club de la llave? En fin, que me pongan películas más claritas.

Al menos despierta tu interés y hace que te estrujes un poco el cerebro. Y, bueno, si es cuestión de elegir, el actor para ti y el profesor para mi.