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Spain Spain · Málaga
Kaori rating:
6
Drama In a lavish 18th Century parlor in Austria, an elderly man is found, by his servant, with his throat slashed. The wound is self-inflicted, and the man is the little-known composer Salieri (F. Murray Abraham), contemporary and adversary of the now-famed, but once reviled, composer Wolfgang Amadeus Mozart (Tom Hulce). Later, from his cell in an insane asylum, Salieri tells a priest (Herman Meckler) the story of his association with ... [+]
Language of the review:
  • es
December 21, 2013
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Eso se pregunta Salieri cuando descubre a Mozart. Por qué Amadeus y no otro, él mis por ejemplo, es quien tiene lo que se llama talento. Esa pregunta me la he hecho yo muchas veces, pero no por envidia, mal pensados, sino desde la absoluta y curiosa admiración. De hecho, hay algo relacionado con el talento que me obsesiona particularmente: en qué consiste. ¿Qué es el talento? ¿Cómo, debido a qué, se produce ese chispazo incontestable, esa capacidad misteriosa para ser eterno?

Ante algo tan sublime, opto por creer, como Salieri, que esas cosas vienen de Dios y que se nace ya con una predisposición hacia lo grande. El problema es que hay muchos Salieri en el mundo que se achantan, se rebajan y se vulgarizan ante lo superior, queriendo destruirlo, rechazarlo y criticarlo, sepan o no sepan en el fondo de sí mismos que lo que odian es perfecto. Peter Shaffer parte de esta idea para su obra de teatro y adapta el guión que un lúcido Milos Forman dirige con holgada corrección. La historia abusa de la desdramatización, si se me permite la palabra, y su ligereza al borde del vodevil hace que pierda el rumbo del dilema que nos está contando. A destacar, toda la decadencia de Mozart, en especial la composición de su «Réquiem».

Los actores principales clavan sus papeles y aunque Murray se llevó el Oscar, yo voy a reivindicar a Tom Hulce, quien interpreta a un delicioso Wolfang Amadeus Mozart. «¿Por qué él?», volvemos a preguntarnos, y lo cierto es que conociendo a este Mozart joven y simpatiquísimo vemos muy comprensible que Dios le haya elegido para que le honre. No estoy de acuerdo con algunas conclusiones que muchos hacéis sobre este personaje, tachándole de bobo o amoral; incluso hay quien dice que nos caerá mejor Antonio Salieri. Me sorprende. El Mozart de Tom Hulce es brillante, a veces vanidoso, pero posee una pureza ingenua y noble que le hace una presa fácil para las mentes retorcidas y maquinadoras como las de Salieri. En este gracioso Mozart no hay ni una pizca de maldad, malos pensamientos, envidia, odio, ira, furia o falsedad. Él se ríe y hace que nos riamos nosotros y queramos acogerle bajo nuestro techo y darle todos los ánimos que nadie le da. Qué ejemplo, no ya de talento musical, sino de talento humano cuando pide perdón postrado en cama y con ojos inocentes. Muérete de envidia, Salieri.

Trabajo clásico de los ochenta, fastuoso en la puesta en escena y comedido en el argumento. Te entrarán unas ganas endiabladas de escuchar a Mozart.
Kaori
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