Sin comerlo ni beberlo, y sin esperar nada en particular, qué llorera me he dado con «El último hombre libre».

«Se ha escrito un crimen» es otro ejemplo de ficción grata de ver. El género ayuda mucho, pero también la época en la que se hace, lejos de toda la dictadura ideológica tan horrible en la que vivimos. Angela Lansbury es maravillosa, la historia tiene su moralina, todo el ambiente, a pesar del crimen, transpira buen rollo. En fin, que antes podías ver series sin que quisieran amargarte la existencia, solo para entretenerte, que es mucho.

En esta ocasión, el misterio ocurre en el pasado, inmediatamente antes de la Guerra de Secesión norteamericana. El esclavo de una antepasada de Jessica es acusado de asesinato y la tía Sarah, su dueña, investigará para salvarle la vida. A mí todo ese mundillo americano no me gusta especialmente, salvo en «Lo que el viento se llevó», pero luego es que la historia termina conmoviéndote.

Llega un momento dado en el que ves quién es el culpable, aunque a mí me faltó el móvil. Atento, que te darán todas las pistas para averiguarlo. Sin embargo, lo mejor ha sido el personaje de Pickney y todo su discurso sobre la esperanza, ese creer cuando no hay razón para creer; el reloj, Angela Lansbury como la pedazo de actriz que es, las estrellas en el cielo… Bueno, que he llorado, no me escondo.

Muy bonito.