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Mr_Mojo_Risin rating:
8
6.6
14,313
Sci-Fi. Fantasy. Horror
Lowlife cable TV operator Max Renn discovers a "snuff TV" broadcast called Videodrome. But Videodrome is more than a TV show - it's an experiment that uses regular TV transmissions to permanently alter the viewer's perceptions by giving them brain damage. Max is caught in the middle of the forces that created Videodrome and the forces that want to control it, his body itself turning into the ultimate weapon to fight them.
Language of the review:
- es
April 6, 2020
3 of 3 users found this review helpful
(Imprescindible.)
El argumento de la película en cuestión es el siguiente: Max Renn es el jefe de una emisora de televisión por cable, en Toronto, especializada en contenidos violentos y pornográficos. Harlan es su colaborador, un pirata de las emisiones por satélite, que descubre una extraña emisora llamada "Videodrome" con contenidos sádicos, asesinatos y violencia.
Dicho esto, y a sabiendas que estamos frente a un Cronenberg, , Videodrome no es una película violenta, sino una película que trata sobre la violencia, o, mas concretamente, sobre la violencia de las imágenes que nos envuelven a diario; mejor aún, de cómo estas afectan al ser humano y a la relación que éste mantiene con los “cuerpos”, sea "cuerpo própio" o "cuerpo del otro".
En el spoiler me detengo en analizar, desde un punto de vista filosófico, dicho trato; el punto de partida es el siguiente: la relación que mantienen –mantenemos– los espectadores (en este caso, Max) con el contenido audiovisual que consumimos, distorsiona, en cierto modo, la percepción de nuestra realidad; y, más aún, si se habla de contenido de violencia explícita (¡y más aún si estos contenidos son sexuales!). En cierto sentido, en el consumo de dicho contenido, el "cuerpo" adquiere una condición de "objeto" que parece insalvable. Dicha idea, en un sentido muy similar y nada desdeñable, se puede rastrear en libros como "Teoría de la religión" de Georges Bataille.
El argumento de la película en cuestión es el siguiente: Max Renn es el jefe de una emisora de televisión por cable, en Toronto, especializada en contenidos violentos y pornográficos. Harlan es su colaborador, un pirata de las emisiones por satélite, que descubre una extraña emisora llamada "Videodrome" con contenidos sádicos, asesinatos y violencia.
Dicho esto, y a sabiendas que estamos frente a un Cronenberg, , Videodrome no es una película violenta, sino una película que trata sobre la violencia, o, mas concretamente, sobre la violencia de las imágenes que nos envuelven a diario; mejor aún, de cómo estas afectan al ser humano y a la relación que éste mantiene con los “cuerpos”, sea "cuerpo própio" o "cuerpo del otro".
En el spoiler me detengo en analizar, desde un punto de vista filosófico, dicho trato; el punto de partida es el siguiente: la relación que mantienen –mantenemos– los espectadores (en este caso, Max) con el contenido audiovisual que consumimos, distorsiona, en cierto modo, la percepción de nuestra realidad; y, más aún, si se habla de contenido de violencia explícita (¡y más aún si estos contenidos son sexuales!). En cierto sentido, en el consumo de dicho contenido, el "cuerpo" adquiere una condición de "objeto" que parece insalvable. Dicha idea, en un sentido muy similar y nada desdeñable, se puede rastrear en libros como "Teoría de la religión" de Georges Bataille.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
La tesis de Bataille es que una vez dada la convivencia con los “objetos”, el ser humano escapó de su animalidad (estado de perfecta inmanencia). El argumento es que el objeto es el “para sí” del ser humano, “un x, con una utilidad y, elaborado con vistas a un fin z”. Y, según Bataille, la consciencia misma del “yo” establece una relación de sujeto-objeto que interrumpe lo que él llama “continuidad indistinta”. Lo cual es, consecuentemente, “la forma naciente del no-yo”: el “para sí” del ser humano. Si se considera el caso de un animal, se puede decir que éste existe por sí mismo, pero adviene “cosa” en tanto que el ser humano lo subordina. A propósito de ello, Bataille escribe: “Pero matar al animal y modificarlo a capricho no es solo transformar en cosa algo que no lo era, sin duda, desde un comienzo, es definir de antemano al animal vivo como cosa”. Es decir, el animal, en su relación con el humano no es un ser vivo -según Bataille, sino una “cosa”. Lo cual indica, como apunta Bataille, a una previa concepción, por parte del sujeto, del animal vivo como “cosa”. El problema -y la relación con Videodrome- es que el ser humano, ante esta concepción, cae, irremediablemente, en una lógica que termina por hacer que él mismo, que tiene cuerpo de animal, sea visto como “cosa”. Sin forzar mucho la comparación, se puede ver que lo mismo le sucede al sujeto que se expone al contenido de imágenes sexuales de violencia explícita: Max no ve un cuerpo en el otro, sino un objeto, y así, posteriormente, la relación que mantenía con los otros cuerpos, afecta a la relación que él mantiene -posteriormente- con su propio cuerpo.
En la misma línea, Bataille escribe: “Es 'la cosa' lo que el sacrificio quiere destruir en la víctima”. Efectivamente, Nicky es más consciente que nadie que su cuerpo ha sido reducido al estado de “cosa”, y dicho hecho explicaría sus deseos de violencia corporal, puesto que dicha violencia física real le devuelve el estatus ontológico perdido tras la concepción del cuerpo como objeto: la animalidad; posible tras la destrucción de la parte de “cosa” que hay en el “yo”. En la lectura que hace Freixas en su ensayo titulado David Cronenberg: La perversión de la realidad, se encuentra -a propósito del concepto de identidad en Cronenberg- la siguiente cita: “la aceptación del yo conduce a la desintegración de la identidad a partir de la proyección que un hombre hace de su propia sexualidad hacia otro hombre”. Lo que propongo a propósito de la cita en cuestión es substituir el término “yo” por “animalidad” -puesto que el concepto está en más consonancia con las actitudes de los personajes del filme- y mediante este hecho se puede percibir, en cierto modo, el propósito de Nicky. Aun así, dicho retorno -como percibe la protagonista- no se puede dar sin un cambio de estatus ontológico que el “viejo cuerpo” -ya marcado- no puede aportar; de ahí la necesidad de destrucción previa a la Nueva Carne.
En palabras de Jameson: “el fin del ego conlleva el ocaso del afecto”. En efecto, hay liberación en el hecho de la no-presencia de un “yo” que siente. Este es el caso de Brian O'Blivion, y lo será de Nicky Brand, primero, y de Max, después: el cuerpo atrapado -siguiendo esta lógica - exige la supresión del cuerpo físico, del cuerpo objeto, de la 'cosa' que acompaña al “otro” y, por ende, del “yo”. Quizá por ello, Cronenberg, mirándonos directamente a los ojos a través de la disolución del cuerpo que pasa a formar parte de una pantalla, nos dijo aquello de “¡Larga vida a la Nueva Carne!”, pero cierto es que no todos compartimos su opinión.
En la misma línea, Bataille escribe: “Es 'la cosa' lo que el sacrificio quiere destruir en la víctima”. Efectivamente, Nicky es más consciente que nadie que su cuerpo ha sido reducido al estado de “cosa”, y dicho hecho explicaría sus deseos de violencia corporal, puesto que dicha violencia física real le devuelve el estatus ontológico perdido tras la concepción del cuerpo como objeto: la animalidad; posible tras la destrucción de la parte de “cosa” que hay en el “yo”. En la lectura que hace Freixas en su ensayo titulado David Cronenberg: La perversión de la realidad, se encuentra -a propósito del concepto de identidad en Cronenberg- la siguiente cita: “la aceptación del yo conduce a la desintegración de la identidad a partir de la proyección que un hombre hace de su propia sexualidad hacia otro hombre”. Lo que propongo a propósito de la cita en cuestión es substituir el término “yo” por “animalidad” -puesto que el concepto está en más consonancia con las actitudes de los personajes del filme- y mediante este hecho se puede percibir, en cierto modo, el propósito de Nicky. Aun así, dicho retorno -como percibe la protagonista- no se puede dar sin un cambio de estatus ontológico que el “viejo cuerpo” -ya marcado- no puede aportar; de ahí la necesidad de destrucción previa a la Nueva Carne.
En palabras de Jameson: “el fin del ego conlleva el ocaso del afecto”. En efecto, hay liberación en el hecho de la no-presencia de un “yo” que siente. Este es el caso de Brian O'Blivion, y lo será de Nicky Brand, primero, y de Max, después: el cuerpo atrapado -siguiendo esta lógica - exige la supresión del cuerpo físico, del cuerpo objeto, de la 'cosa' que acompaña al “otro” y, por ende, del “yo”. Quizá por ello, Cronenberg, mirándonos directamente a los ojos a través de la disolución del cuerpo que pasa a formar parte de una pantalla, nos dijo aquello de “¡Larga vida a la Nueva Carne!”, pero cierto es que no todos compartimos su opinión.