La vida te lleva por caminos raros cantaba Diego Vasallo. Y aquí vemos a Issabelle Huppert como profesora de filosofía a la que la vida le cambia más o menos inesperadamente. Tal vez inesperadamente pero no inoportunamente, o más bien es que no nos esperamos nunca los cambios que vistos con un poco de perspectiva son naturales. Tiene un antiguo alumno que es filósofo, joven y guapo (Roman Kolinka), muy comprometido con causas sociales, que vive en una especie de comuna. Una relación especial, alguien que habla y alguien que escucha. Aunque no tiene nada que ver me recuerda a esa dedicatoria de Javier Marías en uno de sus libros para su pareja: "Ojalá me quiera seguir escuchando siempre", algo así.

Los padres de la directora eran filósofos ambos, como en la película Marcon y Huppert. Esto se nota por el tratamiento tan exacto y humorísticamente sutil que se hace de las sobremesas de esa casa. De las guerras por los libros. También hay pequeñas exhortaciones filosóficas que van dándole un ritmo a la película, las palabras de autores clásicos que la protagonista cita en sus clases y que constituyen más su pensamiento expresado que unas ideas propias que no quiere expresar.

Por último y menos importante, la forma de andar de la protagonista, que es enérgica y no cesa, y su relación un punto metafórica con la gata de su madre, Pandora, explican bastante El porvenir.