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Erizio rating:
3
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April 1, 2007
29 of 57 users found this review helpful
Vi la peli un poquillo a ciegas, y habría preferido ser ciego durante esa hora. Entre que la cámara que es tan de hierro como el Tetsuo ese, o que el que la manejaba era un debilucho y por eso las secuencias cámara en mano son totalmente delirantes (como todo el film) que parece que en cualquier momento se vaya a dar una hostia contra el suelo y se escacharra tó (ojalá); el lobotomizante montaje; la ausencia total de sentido (aunque parece que quiere tenerlo); las frases ídem; el gore cutre y sin gracia; el stop-motion que le da aspecto de film de los años 40, y otras cosas más, convierten esta criatura, este... bug de la humanidad, en uno de los espectáculos más jodidamente horrendos que podrán pasar por mi cabeza.
Si la ves 3 veces por propia voluntad, te meterán en el Arkham Asylum, con el Joker (y sus chistes, más graciosos que esta broma de pinícula) y Carmen de Mairena. Si entiendes cualquier momento del film (ya, total, se le puede llamar así a cualquier cosa), por favor, arregla el mundo, que seguro que puedes, porque no habrá conocido Dios mente tan privilegiada. La hora que dura se hace más larga que un maratón de cine de Semana Santa, te ahorra tener que hacer la ruta del bakalao para obtener los efectos alucinógenos supremos por sobreingestión de pastis.
Habrá a quien le gusten los mundos oníricos y no enterarse de un cagao. A mí no tanto, porque no es ya solo que no me entere de la historia si es que existe, es que no me entero de nada de lo que pasa en pantalla. De repente ves a un tío insertándose un tornillo, de repente se recorre toda la ciudad en stop-motion, luego se estalla un grano de metal o algo así, 2 personajes que no vienen a cuento folleteando, un coche (el mismo siempre) 150 veces, bailecillos (o eso parece) que irían perfectos para el «Exorcismo» de Luixy Toledo, y mientras música para meterte minas en los tímpanos... montado por el epiléptico responsable de "Dunyayi Kurtaran Adam" (y sin gracia, pues no hay plagios). Ni puta idea de lo que pasa. Durante el metraje te sientes en un estado catatónico, que no desaparece hasta varias horas después del final. Posiblemente, en un futuro, los recuerdos del film te asalten en alguna entrevista de trabajo, un mitin importante o algo así, y te dejen tonto para toda la vida. Encima leo las sinopsis y veo que parece que tiene argumento. No sé, yo apenas vi nada de lo que se dice en esta. Quizá, en fotogramas aislados, apareciera, no sé. Encima, entre que los chinos son todos iguales y no sabes cuántos personajes son en realidad, y las actuaciones que son de obra de teatro de colegio y peor (el grito de la novia del prota (o algo así) o los caretos de este al descubrir su cuerpo con metal con muecas que ni Jim Carrey), te hacen partirte de risa (de la vergüenza ajena, pardiez).
Lo peor es que existe una segunda parte y todo, que por supuesto veré, en mi afán por conseguir una muerte prematura, lenta y dolorosa.
Si la ves 3 veces por propia voluntad, te meterán en el Arkham Asylum, con el Joker (y sus chistes, más graciosos que esta broma de pinícula) y Carmen de Mairena. Si entiendes cualquier momento del film (ya, total, se le puede llamar así a cualquier cosa), por favor, arregla el mundo, que seguro que puedes, porque no habrá conocido Dios mente tan privilegiada. La hora que dura se hace más larga que un maratón de cine de Semana Santa, te ahorra tener que hacer la ruta del bakalao para obtener los efectos alucinógenos supremos por sobreingestión de pastis.
Habrá a quien le gusten los mundos oníricos y no enterarse de un cagao. A mí no tanto, porque no es ya solo que no me entere de la historia si es que existe, es que no me entero de nada de lo que pasa en pantalla. De repente ves a un tío insertándose un tornillo, de repente se recorre toda la ciudad en stop-motion, luego se estalla un grano de metal o algo así, 2 personajes que no vienen a cuento folleteando, un coche (el mismo siempre) 150 veces, bailecillos (o eso parece) que irían perfectos para el «Exorcismo» de Luixy Toledo, y mientras música para meterte minas en los tímpanos... montado por el epiléptico responsable de "Dunyayi Kurtaran Adam" (y sin gracia, pues no hay plagios). Ni puta idea de lo que pasa. Durante el metraje te sientes en un estado catatónico, que no desaparece hasta varias horas después del final. Posiblemente, en un futuro, los recuerdos del film te asalten en alguna entrevista de trabajo, un mitin importante o algo así, y te dejen tonto para toda la vida. Encima leo las sinopsis y veo que parece que tiene argumento. No sé, yo apenas vi nada de lo que se dice en esta. Quizá, en fotogramas aislados, apareciera, no sé. Encima, entre que los chinos son todos iguales y no sabes cuántos personajes son en realidad, y las actuaciones que son de obra de teatro de colegio y peor (el grito de la novia del prota (o algo así) o los caretos de este al descubrir su cuerpo con metal con muecas que ni Jim Carrey), te hacen partirte de risa (de la vergüenza ajena, pardiez).
Lo peor es que existe una segunda parte y todo, que por supuesto veré, en mi afán por conseguir una muerte prematura, lenta y dolorosa.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Y ahora, cómo entendí yo la basura esta.
La cosa va de un chatarrero aficionado a "Gran Hermano", con lo cual su afición a clavarse metal en el cuerpo resulta de lo más normal. Pues bien, siempre llega tarde a su casa y claro, no pilla el "Gran Hermano", sino que llega a los anuncios de la Dirección General de Tráfico (que están ahí a todas horas) y a la hora porno, así que ahí se queda. La cosa es que siempre pierde el tren porque tanto porno "jarcor" le deja la cabeza licuada (aunque se tira todo el día corriendo o algo así, sin mover los pies ni ná, por toda la urbe), y se imagina que la tía que le pone también es un poco aficionada a GH y por lo tanto también se auto-tunea con piezas de metal, y como es un chino degenerado, lo primero que se le viene a la cabeza es que le da por culo con una aspiradora que se ha instalado (maniática de la limpieza, es más útil que un subwoofer).
La tía resulta que es una buscona y le va el sado, así que empieza a perseguir compulsivamente al tío, que resulta que también es sadomasoquista (recordemos que les gusta GH, por lo que esas características son inherentes), y después de clavarse cuchillos, tenedores y de tó (y matarse, dicho sea de paso), pues entablan un precioso romance. Según pasan los días, nuestro protagonista sigue trabajando con la chatarra, pegándose toda aquella chatarra cuyo brillo le gusta. Claro, entre tanto porno y tantas piezas de metal pegadas, según Freud algo pasa, seguro. El subconsciente le traiciona, y se convierte en "El Taladrador", el héroe de la última X que vio, pero se convierte en el taladrador literalmente, y claro, ahí se acaba un romance perfecto, porque la relación "sersual" de esa noche con su depravada muchacha, con taladro de por medio, acaba reventándola el trasero (en ambos sentidos).
Así, deprimido nuestro antihéroe, se quiere suicidar, así que empieza a correr por toda la ciudad como siempre, con sus pies turbo-propulsados hasta que recuerda los anuncios de la DGT. Así que se va hacia la autopista, es atropellado por un chino que se le parece (o que es él mismo), que, junto con su novia (que se parece o es la misma que la de nuestro hombre de hierro), y como estos se creen que es un montón de hojalata (que lo es), pues lo tiran por ahí y hacen el acto sexual delante suyo. El tío se emparanoia y se pira a su casa, a meter los dedos en el enchufe y así acicalarse rápidamente.
Pero un viejo amigo suyo, fan de Kiss y aficionado al homoerotismo (más que el Jerjes de "300"), que también tiene súper-zapatos de esos, va a darle de leches porque no quiso acompañarle en su carroza al día del orgullo gay. Después de una pelea en la que nadie se entera de nada PIM PAM PUM PAM PIM, todo acaba en un final feliz, porque el hombre de hierro se ofrece a poner más hierro para la carroza. El día del orgullo gay, los 2 piensan cómo joder al mundo y sacar mucho metal de él...
Y así nació la SGAE.
La cosa va de un chatarrero aficionado a "Gran Hermano", con lo cual su afición a clavarse metal en el cuerpo resulta de lo más normal. Pues bien, siempre llega tarde a su casa y claro, no pilla el "Gran Hermano", sino que llega a los anuncios de la Dirección General de Tráfico (que están ahí a todas horas) y a la hora porno, así que ahí se queda. La cosa es que siempre pierde el tren porque tanto porno "jarcor" le deja la cabeza licuada (aunque se tira todo el día corriendo o algo así, sin mover los pies ni ná, por toda la urbe), y se imagina que la tía que le pone también es un poco aficionada a GH y por lo tanto también se auto-tunea con piezas de metal, y como es un chino degenerado, lo primero que se le viene a la cabeza es que le da por culo con una aspiradora que se ha instalado (maniática de la limpieza, es más útil que un subwoofer).
La tía resulta que es una buscona y le va el sado, así que empieza a perseguir compulsivamente al tío, que resulta que también es sadomasoquista (recordemos que les gusta GH, por lo que esas características son inherentes), y después de clavarse cuchillos, tenedores y de tó (y matarse, dicho sea de paso), pues entablan un precioso romance. Según pasan los días, nuestro protagonista sigue trabajando con la chatarra, pegándose toda aquella chatarra cuyo brillo le gusta. Claro, entre tanto porno y tantas piezas de metal pegadas, según Freud algo pasa, seguro. El subconsciente le traiciona, y se convierte en "El Taladrador", el héroe de la última X que vio, pero se convierte en el taladrador literalmente, y claro, ahí se acaba un romance perfecto, porque la relación "sersual" de esa noche con su depravada muchacha, con taladro de por medio, acaba reventándola el trasero (en ambos sentidos).
Así, deprimido nuestro antihéroe, se quiere suicidar, así que empieza a correr por toda la ciudad como siempre, con sus pies turbo-propulsados hasta que recuerda los anuncios de la DGT. Así que se va hacia la autopista, es atropellado por un chino que se le parece (o que es él mismo), que, junto con su novia (que se parece o es la misma que la de nuestro hombre de hierro), y como estos se creen que es un montón de hojalata (que lo es), pues lo tiran por ahí y hacen el acto sexual delante suyo. El tío se emparanoia y se pira a su casa, a meter los dedos en el enchufe y así acicalarse rápidamente.
Pero un viejo amigo suyo, fan de Kiss y aficionado al homoerotismo (más que el Jerjes de "300"), que también tiene súper-zapatos de esos, va a darle de leches porque no quiso acompañarle en su carroza al día del orgullo gay. Después de una pelea en la que nadie se entera de nada PIM PAM PUM PAM PIM, todo acaba en un final feliz, porque el hombre de hierro se ofrece a poner más hierro para la carroza. El día del orgullo gay, los 2 piensan cómo joder al mundo y sacar mucho metal de él...
Y así nació la SGAE.