Espléndida película de Don Siegel en la que se recrea meticulosamente la increíble fuga de la famosa prisión de la isla de Alcatraz del convicto Frank Morris junto a los hermanos Anglin. Entre otras muchas, dos virtudes a destacar: la minuciosidad con cada detalle que lleva a cabo Siegel y la admirable capacidad de éste para agarrar al espectador por la solapa y no soltarlo hasta el último fotograma. Vamos, ni de picotear algo tenemos tiempo. En la película de los detalles, curiosamente, el espectador no se los puede permitir. No importa. Estamos demasiado absortos, demasiado admirados ante la personalidad de Frank Morris. Inteligencia, frialdad, confianza en sí mismo y, sobre todo, unos nervios templados que no se alteran por nada (impresionante su comentario cuando por culpa de un descuido de su compañero de la celda contigua casi le descubren excavando el túnel "Sigue vigilando") Por todo ello, y por la impresentable actitud del alcaide frustradete, el público desea que Frank Morris se haya salido con la suya.