Average rating
8.3
Ratings
360
Reviews
354
Lists
0
Movie recommendations
- Ratings by category
- Contact
-
Share his/her profile
Anibal Ricci rating:
7
5.9
131
Language of the review:
- es
November 2, 2020
1 of 1 users found this review helpful
Narrar el mundo interior de una empleada doméstica es un ejercicio interesante, supone adentrarse en la mente de personas que conviven al interior de las familias acomodadas.
Esta empresa ya fue abordada por dos largometrajes chilenos: «Play» (2005) de Alicia Scherson distinguía a su protagonista de origen mapuche como alguien que existía a través de las vidas de sus patrones (de terceros); y «La Nana» (2009) de Sebastián Silva proponía a una mujer llevada de sus ideas, de bajo perfil, que escondía una personalidad delirante. Estos dos puntos de vista eran algo oscuros, aunque tenían en común mundos solitarios, donde sus patrones no se inmiscuían.
La opción de María Paz González es más luminosa, supone una mujer que respira su libertad dentro de un contexto de patronazgo. Su empleador le encarga supervisar los arreglos de una futura casa, donde Lina sin abusar, igual será capaz de pernoctar sin quitarle el plástico protector al colchón.
El primer flashback introduce un sello de la cinta. Lina es un espíritu libre y encuentra cualquier escusa para convertirse en una cantante famosa. La performance artística representa sus sueños y la transición entre la ficción y ese desdoblamiento parece adecuada.
En estos intercalados hay una decisión valiente de la directora, debido a que la estética de escenario es más plana que la ficción de la protagonista. Los formatos se unen mejor en un segundo visionado, pero la continuidad de la historia, esta vez sufre y corre el riesgo de espantar al espectador.
La performance más erótica sigue la misma senda de las anteriores, son intercalados muy planos y aunque la letra es importante para entender, las imágenes resultan chillonas. Representan el mundo de origen, muy peruano, sin embargo, la historia principal acusa el peso de estas disrupciones. En esta parte hay evidentes lagunas narrativas.
La historia vuelve a encarrilarse luego del sexo con otro pretendiente y un diálogo muy divertido, siempre sobre los plásticos, lo que enfatiza que esa casa no es su hogar. Pero Lina conmueve con su humanidad y el humor nos reconecta.
La película es un excelente primer largometraje, con decisiones estéticas discutibles. Los cuadros musicales nunca terminan por convencer, aunque hay valentía en la propuesta y accedemos al alma de esta inmigrante peruana. Las resoluciones de la directora son muy libres, tanto como la protagonista, no sigue patrones estereotipados. Tendrá ripios técnicos de continuidad, pero la historia es genuina y el espectador termina encariñado con el personaje principal.
Los últimos 20 minutos, sin performance, son los mejor logrados. Lina resuelve problemas a su escala, nada dramáticos, regresa a la casa patronal y el guardia del condominio revisa sus pertenencias.
Aunque viva en un mundo de desconfianzas, donde la clase importa, Lina no se hace problemas. Ella es una persona optimista, un alma con mundo interior que siempre tira para adelante.
Guardando las distancias, este personaje muy bien interpretado por Magaly Solier recuerda en algo a la «Gloria» de Sebastián Lelio.
Esta empresa ya fue abordada por dos largometrajes chilenos: «Play» (2005) de Alicia Scherson distinguía a su protagonista de origen mapuche como alguien que existía a través de las vidas de sus patrones (de terceros); y «La Nana» (2009) de Sebastián Silva proponía a una mujer llevada de sus ideas, de bajo perfil, que escondía una personalidad delirante. Estos dos puntos de vista eran algo oscuros, aunque tenían en común mundos solitarios, donde sus patrones no se inmiscuían.
La opción de María Paz González es más luminosa, supone una mujer que respira su libertad dentro de un contexto de patronazgo. Su empleador le encarga supervisar los arreglos de una futura casa, donde Lina sin abusar, igual será capaz de pernoctar sin quitarle el plástico protector al colchón.
El primer flashback introduce un sello de la cinta. Lina es un espíritu libre y encuentra cualquier escusa para convertirse en una cantante famosa. La performance artística representa sus sueños y la transición entre la ficción y ese desdoblamiento parece adecuada.
En estos intercalados hay una decisión valiente de la directora, debido a que la estética de escenario es más plana que la ficción de la protagonista. Los formatos se unen mejor en un segundo visionado, pero la continuidad de la historia, esta vez sufre y corre el riesgo de espantar al espectador.
La performance más erótica sigue la misma senda de las anteriores, son intercalados muy planos y aunque la letra es importante para entender, las imágenes resultan chillonas. Representan el mundo de origen, muy peruano, sin embargo, la historia principal acusa el peso de estas disrupciones. En esta parte hay evidentes lagunas narrativas.
La historia vuelve a encarrilarse luego del sexo con otro pretendiente y un diálogo muy divertido, siempre sobre los plásticos, lo que enfatiza que esa casa no es su hogar. Pero Lina conmueve con su humanidad y el humor nos reconecta.
La película es un excelente primer largometraje, con decisiones estéticas discutibles. Los cuadros musicales nunca terminan por convencer, aunque hay valentía en la propuesta y accedemos al alma de esta inmigrante peruana. Las resoluciones de la directora son muy libres, tanto como la protagonista, no sigue patrones estereotipados. Tendrá ripios técnicos de continuidad, pero la historia es genuina y el espectador termina encariñado con el personaje principal.
Los últimos 20 minutos, sin performance, son los mejor logrados. Lina resuelve problemas a su escala, nada dramáticos, regresa a la casa patronal y el guardia del condominio revisa sus pertenencias.
Aunque viva en un mundo de desconfianzas, donde la clase importa, Lina no se hace problemas. Ella es una persona optimista, un alma con mundo interior que siempre tira para adelante.
Guardando las distancias, este personaje muy bien interpretado por Magaly Solier recuerda en algo a la «Gloria» de Sebastián Lelio.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
View all
Spoiler:
El primer flashback nos muestra un acto de colegio de su hijo en Lima e introduce un sello de la cinta. Nos enteramos de que Lina le envía dinero a su hijo y que el celular es su única conexión.
Esa relación a la distancia refuerza la soledad de nuestra protagonista. Lina se lleva muy bien con la hija del patrón, es una igual que viendo unas fotografías de ella, recuerda su papel de madre en una segunda performance.
El primer plano de Lina iluminada por la pantalla del celular nos regresa a su mundo interior, pero esta vez se contacta con una amiga que la invita a una fiesta. Hasta aquí creíamos que Lina sólo trabajaba por darle un futuro a su hijo, pero descubrimos que ella sabe divertirse y se conecta con sus pares y sus raíces musicales.
La tercera performance es como un sueño, muy luminoso y aquí la estética de bailes comienza a chirriar con el hilo de la historia. Lina es osada en el ámbito sexual, si le gusta un hombre, lo trae a casa, obvio, pero sin quitarle el plástico al colchón.
Surge un problema con la pintura de la piscina y recuerda que donde duerme se aloja otro inmigrante, que la ayuda con el entuerto. Lina apenas se comunica, hablan distintos idiomas, pero se da a entender con su cuerpo y asistimos a una exquisita escena de mimos filmada a distancia, es un momento muy auténtico.
Esa relación a la distancia refuerza la soledad de nuestra protagonista. Lina se lleva muy bien con la hija del patrón, es una igual que viendo unas fotografías de ella, recuerda su papel de madre en una segunda performance.
El primer plano de Lina iluminada por la pantalla del celular nos regresa a su mundo interior, pero esta vez se contacta con una amiga que la invita a una fiesta. Hasta aquí creíamos que Lina sólo trabajaba por darle un futuro a su hijo, pero descubrimos que ella sabe divertirse y se conecta con sus pares y sus raíces musicales.
La tercera performance es como un sueño, muy luminoso y aquí la estética de bailes comienza a chirriar con el hilo de la historia. Lina es osada en el ámbito sexual, si le gusta un hombre, lo trae a casa, obvio, pero sin quitarle el plástico al colchón.
Surge un problema con la pintura de la piscina y recuerda que donde duerme se aloja otro inmigrante, que la ayuda con el entuerto. Lina apenas se comunica, hablan distintos idiomas, pero se da a entender con su cuerpo y asistimos a una exquisita escena de mimos filmada a distancia, es un momento muy auténtico.