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Ferdydurke rating:
5
6.6
1,703
Drama
In the Depression-era drama, Owen Legate (Redford) is a railroad official who comes to backwater Dodson, Mississippi, with a pocketful of pink slips for the yard employees. Wood portrays the town flirt whose affair with Legate ignites her mother's - and the town's - revenge. Repressed desires, sultry women, sweltering weather and a handsome stranger... this is Tennessee Williams territory.
Language of the review:
- es
January 6, 2016
5 of 6 users found this review helpful
El Sur, bellas palabras y sueños rotos, la literatura como forma desesperada de apartar la fealdad y transformar la realidad*, la sordidez acechando con grosería en cada esquina, mujeres manipuladoras y heroicas, hombres egoístas y planos, derrotas, fracasos, poéticos monólogos... Sí, es otra más de Tennessee Williams, está su firma, marca o rúbrica. Esta vez le adapta un bisoño Pollack y le interpretan el macho man Redford (siempre con el pelo en su sitio, caigan chuzos de punta, y regalando posturitas de yo controlo, mucho) y la pícara jacarandosa Natalie Wood (muy guapa, muy zascandila y muy entregada al papel; pone toda la carne en el asador; ella es la salerosa salsera niña que aliña al seco bello de Don Roberto, nada menos).
En terreno conocido y se ve bien. La trama es obvia y demasiado explícita. Incluso repetitiva. Lo que no tiene claro es a qué cojones atenerse. Si tirar por la calle de en medio y lanzarse tumba abierta al melodramón desaforado y a la tragedia espantosa o si ir con más calma y tiento, tomarse su tiempo y desgranar la historia con más dulzura, relajo y sosiego. Entre la enormidad y crujir de dientes o la calma chicha de pueblo soleado donde nunca pasa nada y gracias.
Me gusta la estructura. El prólogo y el epílogo, especialmente, en los que la muchachita solitaria encuentra una oreja fresca con la que poder desahogarse. También aprecio la idea general y me rindo a la pizpireta Natalia/Natasha (judía rusa de origen era la preciosa mujercita), aunque su personaje suene mucho a otros (una Blanche DuBois al principio de su vida, antes del derrumbe definitivo). Pero su indefinición lacrimosa y su tendencia imparable hacia el disparate histérico no me convencen ni mucho menos.
En terreno conocido y se ve bien. La trama es obvia y demasiado explícita. Incluso repetitiva. Lo que no tiene claro es a qué cojones atenerse. Si tirar por la calle de en medio y lanzarse tumba abierta al melodramón desaforado y a la tragedia espantosa o si ir con más calma y tiento, tomarse su tiempo y desgranar la historia con más dulzura, relajo y sosiego. Entre la enormidad y crujir de dientes o la calma chicha de pueblo soleado donde nunca pasa nada y gracias.
Me gusta la estructura. El prólogo y el epílogo, especialmente, en los que la muchachita solitaria encuentra una oreja fresca con la que poder desahogarse. También aprecio la idea general y me rindo a la pizpireta Natalia/Natasha (judía rusa de origen era la preciosa mujercita), aunque su personaje suene mucho a otros (una Blanche DuBois al principio de su vida, antes del derrumbe definitivo). Pero su indefinición lacrimosa y su tendencia imparable hacia el disparate histérico no me convencen ni mucho menos.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
*Ese genial momento, por ejemplo, en el que Alva manda al inefable señor Johnson a por un refresco mientras ella se escapa con el hierático Owen y allí despliega todos sus encantos de niña mala (en verdad más buena que todas las cosas santas) y atrapada.
Al final hubo mortandad y desafuero. Eligieron la carta del dolor y quebranto de almas; de las escenitas, los horrores/lloros y los matrimonios truculentos.
Serán los años y las manías, pero uno ya no está para tanto susto y duelo de navajas. Los cementerios solo de visita y, a ser posible, muy lejos. Que la buena muchacha, con una madre tan artera (no puede ser más perra del infierno la condenada superviviente), tenía todo el derecho del mundo por fin a disfrutar como dios manda de un maridito tan rubio y buen trabajador en su soñada Nueva Orleans.
Que ellos se querían, Sidney Pollack, qué te pasa.
Al final hubo mortandad y desafuero. Eligieron la carta del dolor y quebranto de almas; de las escenitas, los horrores/lloros y los matrimonios truculentos.
Serán los años y las manías, pero uno ya no está para tanto susto y duelo de navajas. Los cementerios solo de visita y, a ser posible, muy lejos. Que la buena muchacha, con una madre tan artera (no puede ser más perra del infierno la condenada superviviente), tenía todo el derecho del mundo por fin a disfrutar como dios manda de un maridito tan rubio y buen trabajador en su soñada Nueva Orleans.
Que ellos se querían, Sidney Pollack, qué te pasa.