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RandolphCarter rating:
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Horror
A troubled evangelical minister agrees to let his last exorcism be filmed by a documentary crew. When he arrives on the rural Louisiana farm of Louis Sweetzer, the Reverend Cotton Marcus (Patrick Fabian) expects to perform just another routine "exorcism" on a disturbed religious fanatic. An earnest fundamentalist, Sweetzer has contacted the charismatic preacher as a last resort, certain his teenage daughter Nell (Ashely Bell) is ... [+]
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- es
October 28, 2010
48 of 53 users found this review helpful
Otro film de terror con estilo documental intentando aportar una textura que transmita veracidad y mal rollito. Tras el taquillazo inexplicable de la mediocre “Paranormal activity”, pues ahora toca un exorcismo a cargo del consabido cura con crisis de fe. La premisa no es nada original, pero consigue algunos instantes inquietantes y una conclusión que revaloriza algo la apuesta, en mi opinión.
Cotton (sobresaliente Patrick Fabian) es un simpático predicador consciente de que la religión es ante todo mercadotecnia: ver al respecto la hilarante secuencia en la que demuestra que puede decir lo que quiera en misa mientras lo acompañe de un ¡Aleluya!, como una receta de pastel de plátano, y sus fieles le proclamarán igual. Él justifica su actividad como exorcista, afirmando que tan sólo da lo que le piden y sin hacer daño a nadie. Al contrario: si psicosomáticamente piensan que están poseídos y tras creerse el fraudulento ritual, se les pasa la chifladura, pues su valor terapéutico tiene, ¿no?
Así que, acompañado por un par de periodistas, se encamina a realizar su canto de cisne como exorcista a un remoto pueblo de "white trash" sureños, equipado de suficiente parafernalia y efectos especiales como para meterse a los paletos en el saco. Pero por primera vez en su vida, se encontrará cara a cara con una adolescente poseída por Abalam, monarca del averno, señor de las pústulas, emperador de los juanetes, vicepresidente de Endesa, y bla, bla, bla. Éste putea sin cesar a la joven con mil y una perrerías, obligándola a ejecutar una colección de contorsiones tipo pino-puente que ni los del Cirque du Soleil, para alucine y desesperación del equipo, ante lo que deberán hacer frente a la endemoniada o salir por patas.
No es nada del otro mundo, pero tiene cierto aprovechamiento del modelo documental, un juego de efectos de sonido y una ambientación bastante apañaos, con una resolución que descubre que la cosa estaba más currada de lo que parecía en principio. Total, que con cuatro duros, quien quiere, puede. Lo malo es que uno tiene la sensación de que ya le han contado bastantes veces esta historia, pero con trípodes estabilizando la imagen. Aún así, una curiosidad baratilla medianamente entretenida para ver en casa, sin más.
(Parece que algunos quedan confundidos por el final; mi interpretación en spoiler).
Cotton (sobresaliente Patrick Fabian) es un simpático predicador consciente de que la religión es ante todo mercadotecnia: ver al respecto la hilarante secuencia en la que demuestra que puede decir lo que quiera en misa mientras lo acompañe de un ¡Aleluya!, como una receta de pastel de plátano, y sus fieles le proclamarán igual. Él justifica su actividad como exorcista, afirmando que tan sólo da lo que le piden y sin hacer daño a nadie. Al contrario: si psicosomáticamente piensan que están poseídos y tras creerse el fraudulento ritual, se les pasa la chifladura, pues su valor terapéutico tiene, ¿no?
Así que, acompañado por un par de periodistas, se encamina a realizar su canto de cisne como exorcista a un remoto pueblo de "white trash" sureños, equipado de suficiente parafernalia y efectos especiales como para meterse a los paletos en el saco. Pero por primera vez en su vida, se encontrará cara a cara con una adolescente poseída por Abalam, monarca del averno, señor de las pústulas, emperador de los juanetes, vicepresidente de Endesa, y bla, bla, bla. Éste putea sin cesar a la joven con mil y una perrerías, obligándola a ejecutar una colección de contorsiones tipo pino-puente que ni los del Cirque du Soleil, para alucine y desesperación del equipo, ante lo que deberán hacer frente a la endemoniada o salir por patas.
No es nada del otro mundo, pero tiene cierto aprovechamiento del modelo documental, un juego de efectos de sonido y una ambientación bastante apañaos, con una resolución que descubre que la cosa estaba más currada de lo que parecía en principio. Total, que con cuatro duros, quien quiere, puede. Lo malo es que uno tiene la sensación de que ya le han contado bastantes veces esta historia, pero con trípodes estabilizando la imagen. Aún así, una curiosidad baratilla medianamente entretenida para ver en casa, sin más.
(Parece que algunos quedan confundidos por el final; mi interpretación en spoiler).
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Todo es un complot del pueblo satanista para llevar a cabo un rito demoníaco, encabezado por el pastor y jugando un papel encubridor el hermano de la poseída. Recordemos la posición del padre, ignorante de todo, por aislarla de la influencia exterior; no era sólo paranoia, sino que realmente intenta resguardarla del influjo maléfico del entorno, del complot, infructuosamente. Desde el principio el hermano implicado muestra rechazo hacia el exorcista y las cámaras hasta que se da cuenta de que es un timo y cambia totalmente su actitud; al ver el fraude, cree que no tiene que preocuparse por la integridad del plan.
En dicho ritual, se da paso a la encarnación de Abalam mediante el parto y posterior arrojo a las llamas del ser. Cotton desaparece intentando hacer frente a los fuegos fatuos que parecen proclamar el infernal nacimiento del demonio y los cámaras son defenestrados por los secuaces del pueblo, tal y como aparecen en los dibujos premonitorios de cuarto de la chica (donde también destacaban los de un ¿Jesucrito? surgido entre el fuego y otro con ella y el sacerdote rojo).
El film juega con el hecho de que el árbol, el exorcismo, no nos deja ver el bosque, la conspiración diabólica que hay detrás. Fin.
En dicho ritual, se da paso a la encarnación de Abalam mediante el parto y posterior arrojo a las llamas del ser. Cotton desaparece intentando hacer frente a los fuegos fatuos que parecen proclamar el infernal nacimiento del demonio y los cámaras son defenestrados por los secuaces del pueblo, tal y como aparecen en los dibujos premonitorios de cuarto de la chica (donde también destacaban los de un ¿Jesucrito? surgido entre el fuego y otro con ella y el sacerdote rojo).
El film juega con el hecho de que el árbol, el exorcismo, no nos deja ver el bosque, la conspiración diabólica que hay detrás. Fin.