Exploradores es el vivo ejemplo de lo nefasto que puede ser para un director, su creatividad y su película que los productores incordien con decisiones de mierda tanto en su ejecución como en su estreno. Por tal motivo, el film se estrenó aceleradamente cogiendo por sorpresa a su director Joe Dante, consiguiendo una pobre taquilla y quedando en la sala de montaje más de hora y media de película eliminada del producto final. Decía Dante que les dieron tanta caña que los niños entraban en plató aún con la pintura húmeda de los decorados.

Aunque la taquilla le dio la espalda, obviamente, la película lo petó en formato doméstico y tuvo un seguimiento de culto espectacular. Lástima de tanta celeridad y de un bajón a la par de inconexo en la parte de los niños cuando llegan al espacio y se encuentran con los alienígenas. Por cierto, extraterrestres, hechos por un Rob Bottin, muy laureado en esas lides pero que en Explorers se encontraba de resaca porque sus obras son realmente horribles y producen aversión y además un poquito de hostilidad.

Exploradores posee una nostalgia ochentera indudable, con unos primeros cuarenta y cinco minutos imborrables para cualquier soñador. Quién no ha querido viajar al espacio con un par de amiguetes sin necesidad de algún estupefaciente alucinógeno. Pues Ethan Hawke y River Phoenix, debutando a sus 15 años, ya lo han conseguido gracias a la ciencia y a una pieza desechada en un parque de atracciones. Completando este triunvirato está Jason Presson (el tercer niño) que en el 1991 se retiró haciendo un cameo también para Dante en Gremlins 2 (1990).

El personaje de Hawke pone la pasión en la historia, el personaje de Phoenix la ciencia y el tercero en discordia, pone aquel punto terrenal de indiferencia. Exploradores es una buena película que no dudaría en reproducir en pleno siglo XXI para que los chavales vieran que con pasión e ilusión se pueden conseguir muchos objetivos.

Darle una oportunidad antes de que venga el remake (ya se está planeando) y mirad hacia atrás cuando los Spielberg, Donner, Dante, Ron Howard, Zemeckis o Petersen nos llevaban a ese cine de fantasía y de evasión que tanto cuesta actualmente identificarse.