Lo que más me gusta de esta serie, es que está concebida como una serie de antologías, es decir, cada temporada va a tratar de historias diferentes. No es la primera en hacerlo, está claro, pero si las siguientes series son igual de bellas visualmente e igual de aterrorizantes e incómodas, me alegra mucho oírlo.

La doble vertiente a la que me refiero en el título de la crítica, va relacionada con el terror que tiene que pasar la familia protagonista por el hecho de vivir en un barrio de blancos, donde todos ellos son unos racistas que van de mal en peor en sus actitudes. Y no se puede uno olvidar mencionar el capítulo más corto de la serie, del que no haré spoiler, pero el que sí ha visto la serie sabe a cual me refiero, es realmente espeluznante y muy atrevido.

La otra vertiente es la que va más ligada al terror, la más dudosa pero la siempre fiel en este tipo de cine o series. El espíritu sobrenatural que se respira durante toda la serie, no sé si es canon, no lo es, es una metáfora, tiene una explicación más allá o nos deja al espectador a nuestra propia consideración.