«Teresa» adaptación de la adaptación interpretada primeramente por la finada Maricruz Olivier y después por Salma Hayek, es un cartón carente de trama, guión, música y de dirección escénica y sin duda, artística.

Un producto con el sello innegable de la productora que se regodea acentuando todo aquello que envuelve al estrato social de menos oportunidades, que van desde una falsa escenografía, el descuido personal de algunos personajes pertenecientes a la clase aludida y esa obstinación por demostrar la escasa cultura que supone prevalece entre la mayoría del sector, pero eso sí y a modo de consuelo, todos de gran corazón.

Con tan sólo algunos episodios y sin una continuidad al momento de su visionado, se percibe que la pobreza alcanza a los parlamentos, a las escenas de un formato que se niegan a desechar, donde el aparador de la perfección muestra gente con un fenotipo aspiracional que importado de la Argentina o Colombia desencadenan lo risible por sobre el drama que vive la protagonista ante su miseria interna.

Inexplicable resulta ver a una Silvia Mariscal y a un Juan Carlos Colombo en algo tan manido y malhecho, donde las escenas con gritos, ofensas, bofetadas, chismes, pero sobretodo el tan mencionado nombre de «Teresa» es de lo que se construye este tipo de productos que lapidan el subgénero.

Rastrera.