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Juan Marey rating:
9
Drama. Thriller Story of an inventor who, suffering betrayal in life, makes a career of it by becoming a clown whose act consists of getting slapped by all the other clowns. He falls in love with another circus performer, and those who betrayed him enter his life yet again.
Language of the review:
  • es
October 2, 2016
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Victor Sjöström es uno de los grandes directores de la historia del cine, un pionero que fue fundamental para el desarrollo del lenguaje del cine y que además cuenta con una serie de grandes películas que han soportado muy bien el paso del tiempo, una de ellas es la que hoy nos ocupa, “El que recibe el bofetón” (1924). Destacó sobre todo por su sensibilidad y su maestría técnica; sus aportaciones al cine son numerosas, pero destacan las relacionadas con la iluminación, tanto a nivel técnico como expresivo. También fue uno de los primeros en utilizar la agresividad de la naturaleza como potenciador del drama humano desarrollado en el argumento, ya fuesen vientos, lluvias, nevadas, temporales…, y por supuesto también destaca su capacidad poética y su sensibilidad visual. Era un gran creador de imágenes, tan bellas como expresivas que alcanza fama mundial con sus películas suecas, como, “El Monasterio de Sendomir” (1920), “El Bajel Trágico” (1923) y sobretodo la fundamental “La Carreta Fantasma” (1921), que el propio Ingmar Bergman llegó a considerar como su película favorita de todos los tiempos. Fue fichado a golpe de talonario por Hollywood, donde se rebautizó con el más anglosajón “Victor Seastrom”, y realizó una serie de películas que en su momento tuvieron bastante repercusión y que han ejercido una gran influencia en el cine, como la propia “El Que Recibe el Bofetón” (1924), o la más famosa de todas (aunque en el momento de su estreno fue un fracaso en taquilla) “El Viento” (1928).

En “El que recibe el bofetón” Sjöström lleva a cabo un extraordinario trabajo, pleno de imaginación y de sugerencias, en el que la narración es marcada (no enfatizada) con insertos de gran fuerza dramática. La película fue toda una hazaña artística, la impecable puesta en escena de Sjöstrom no pasó desapercibida por el público y la crítica de la época, que aplaudieron su novedoso uso de la iluminación y el cuidadísimo tratamiento de la factura visual de la película. Las escenas más oníricas en que el protagonista se ve rodeado de otros payasos eran un ejemplo de la maestría con que Sjöstrom sabía evocar motivos visuales inolvidables, al igual que la recreación de todo ese ambiente circense. A destacar también las importantes influencias que tendrá este film en la obra de directores insignes, por ejemplo, Tod Browning, quien en “The Unkown” (1927) y “Freaks” (1932) recreará, con su particular estilo, el universo de Sjöström, los fantasmas y las pesadillas, las glorias y las miserias del planeta humano, que gira y gira siempre hacia un mismo sentido, con sentido y sin él.

Una película apasionante con crímenes, venganzas, amores imposibles, circo, tensión, drama, emoción… Una trama retorcida y folletinesca, dirigida con el talento y la sensibilidad de los grandes genios. Una pequeña joya silente.
Juan Marey
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