Siendo Guillermo del Toro un director estimulante, atrevido y sumamente original, debo confesar que me he llevado un profundo chasco con la pomposidad que desprende cada uno de los fotogramas de ‘El callejón de las almas perdidas’. Sin duda, ha intentado hacer un pequeño homenaje al cine antiguo, un filme con mucho corte clásico, quizás respetuoso con la original en la que está basada, pero que torna en aburrido y pretencioso por culpa de un metraje absolutamente desmadrado.

Dentro de todos los problemas que le encuentro, que tiene muchos y muy variados, arranco la crítica centrado en su muy desdibujado protagonista, un personaje envuelto en un halo de misterio, escapando de un error / tragedia en lo que no se ahonda lo suficiente en todo el tiempo que tienen a disposición. Según avanzamos me doy cuenta de que no me cae bien, pero tampoco sé si ese es el objetivo de la cinta.

Encima Bradley Cooper es un error de casting garrafal, no me pega ni con cola. Nada más arrancar, por su silueta con el sombrero en la cabeza parece que vaya a ser el nuevo Indiana Jones, pero por su capacidad expresiva está más cerca de una caja de galletas. No tiene carisma ninguno, me parece que está sosísimo. Mejor Rooney Mara o Cate Blanchett, pero lamentablemente están bastante desaprovechadas en pos de un guión que en ningún momento coge velocidad. Todo el tiempo he estado pensando “ahora empieza la película de verdad”, “ahora sí”, pero no.

La historia sigue las andanzas de este tipo en su nueva vida dentro de un circo con personajes de lo más variopintos y extravagantes, que nos van presentando sin que muchos de ellos tengan un verdadero impacto en la trama o en la evolución de su protagonista. Todos están demasiado acartonados en esos decorados tan luminosos. Muy majos son Ron Perlman o Willem Dafoe, pero da la impresión de que pasaban por el lugar de rodaje y se quedaron.

En ‘La forma del agua’ ya se notaban ciertos aspectos que, parecían indicar cierto cambio en la hora de dirigir de Guillermo del Toro. Por mucho que ganase el Oscar, había cosas que no funcionaban del todo o no terminaban de encajar. Pero, al fin y al cabo, era fiel a su mezcla de cuentos, fantasía y monstruos.

Sin embargo, aquí, salvo por un par de detalles aislados nos encontramos con una película que podría haber filmado cualquier otro. Encuentro poco sello personal en una película que dura dos horas y media eternas. Es más, cuando llega su irremediable final, puede parecer a más de uno una genialidad, pero si lo piensas detenidamente termina siendo una soberana estupidez.

Sin lugar a duda, su peor película hasta la fecha.

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