El universo es infinito. Por eso, en él, pueden suceder millones de historias y de aventuras. Pero llega un momento en el que la originalidad se estanca. Es como si encontrásemos la fórmula del éxito con un determinado film y lo repitiésemos hasta la saciedad.

Si viajamos al espacio tenemos tres posibilidades: la primera es la de una aventura de ciencia ficción con extraterrestres, la segunda la búsqueda de las respuestas a la existencia y la tercera la que yo llamo “terror con bicho a bordo”. Y aunque todas y cada una de esas vertientes nos han dado momentos inolvidables, parecen vías agotadas para el espectador.

Aunque ‘Horizonte Final’ bien podría enmarcarse en el último grupo descrito, al menos consigue mostrarnos algo diferente. Paul W. S. Anderson, en su mejor film, nos narra la historia de una nave enmarcada en la misión de encontrar la Event Horizon, aquella que es capaz de plegar el espacio para viajar más rápido. El problema es que, cuando hizo eso la primera vez, desapareció. Ahora, ha vuelto y ha traído algo consigo.

Creando una atmósfera asfixiante en el confín del universo, Anderson maneja la historia sobre los patrones establecidos, pero a diferencia de otras, esta vez no tenemos un monstruo al que temer. Esa nave ha viajado al mismísimo infierno, es como llevar la historia de las casas encantadas al espacio exterior, a lo desconocido. La película se vuelve más y más interesante, gracias al desconcertante personaje de Sam Neill.

‘Horizonte Final’ es un viaje interespacial hacia la oscuridad y el terror psicológico con algún que otro toque gore.

Más en: https://alquimistacinefilo.wordpress.com/