No son "Mujercitas", ni son "Las Vírgenes Suicidas" de Sofia Coppola", son adolescentes del siglo XXI, pero eso si son turcas. Independientes, espontáneas, divertidas y sensuales creen criarse a espaldas de la tradición y la religión, sin embargo de repente lo banal , se convierte en trascedente y su familia y su hogar se transformarán en guardianes de la moral.

Lale, la más pequeña de las hermanas, pero también el espíritu más independiente de las cinco, nos hará de guía ante este nuevo mundo. Aunque sea la más pequeña, Lale está lejos de la inocencia, ve lo que el resto no ve, ella no es solo los ojos del espectador, sino el espíritu crítico. No necesita grandes discursos o grandes ideas, es de frases cortas y directas que el espectador no capta en el momento pero le hacen mella.No solo eso, cada mirada, cada gesto, cada movimiento de ella y de "su" cámara" nos vincula a ella, nos enseña. Con Lale conocemos a sus hermanas, al resto de la familia, a su pueblo, a Turquía. Esa Turquía que quiere ser cosmopolita e independiente, como nuestras cinco protagonistas, pero que tiene que luchar contra la tradición y la falsa moralidad.

En esta lucha cobra especial importancia la sensualidad, el director se apoya en ella, prácticamente la convierte en un personaje.Son hermosas, jóvenes y sexys y el director hace todo lo posible por demostrarlo, en la mayoría de las ocasiones la cara persigue más a los cuerpos que a los personajes. Es la sensualidad que lucha contra la moralidad, representada esta por los nuevos trajes y nuevos modales.

El cosmos que nos muestra Ergüven no es siempre sombrío e incluso en los momentos más dramáticos se saca de la chistera una pizca de humor o una pizca de amor, logrando que la película no solo guste, enamore.