Tras la mala, por no decir pésima, ‘G.I. Joe’ que nos trajo Stephen Sommer en verano de 2009, este año nos encontramos con su vuelta con un cambio de imagen total, ya no queda ni la mitad de aquella ridícula superproducción, para ello han empezado por cambiar a su director por el “videoclipero” Jon Chu (Step up 2 y 3) y al grueso de su reparto, donde sólo nos encontramos a Channing Tatum. Ya no hay rastro de Sienna Miller, Brendan Fraser ni de Marlon Wayans, ni aquí ni el panorama cinematográfico en general, ni de los Dennis Quaid y Joseph Gordon-Levitt (pasando totalmente de la secuela). Todo esto y el cambio de enfoque en cuanto a cómo llevar la acción han supuesto una mejora de la saga, lo cual no era difícil.

Para ese “lavado de imagen” la productora, Paramount, decidió contar con los nombres de “The Rock” Johnson y Bruce Willis como hombres fuertes y como reclamo de taquilla, acompañados de secundarios semidesconocidos como Adrianne Palicki, Ray Park (que repite) o Joseph Mazzello (el niño de ‘Parque Jurasico’). Todos estos se encargarán de la acción y los tiros en una película marcada por sus explosiones, poca imaginación y su violencia sin sangre (pueden morir 200 ó 2000, pero no se derrama ni una gota). La trama sigue siendo la misma de la primera parte, los ‘G.I. Joe’ siguen luchando contra su archienemigo Cobra y sus secuaces, en un país donde el presidente es suplantado y se prevé una guerra nuclear, cosa que intentarán impedir. Habrá bajas inesperadas, cambios de bando y un final donde los buenos salvan a América.

Si la ven no se esperen ni un ápice de brillantez, porque no la hay, no hay sorpresas ni diálogos buenos, todo lo que contemplen les parecerá haberlo visto repetido mil y una veces con mejores consecuencias. Por cierto, para los fans de Bruce Willis, si esperáis que aparezca mucho en el metraje estáis equivocados, lo suyo es prácticamente un cameo de 20 minutos que tarda una hora en aparecer, eso sí es el que mejores momentos deja en esta secuela donde el resultado es el esperado, bombas y disparos sin pies ni cabeza.

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