Y así, tras el increíble éxito de taquilla de "Harry Potter y la Piedra Filosofal", se cumplió el sueño que habían expresado los productores (y J.K. Rowling) de adaptar todas y cada una de las novelas de la saga, de las cuales la autora quería que hubiera siete.
Y así decidieron sacar una entrega al año. Lo que les salió, bueno, más o menos...

En este caso, la estructura del filme fue muy similar a la anterior, dirigida además por el mismo responsable. Esta película marcó las bases de qué aspectos de la saga se harían tradición y cuáles no.

La primera película comenzó la tradición de incluir a prácticamente todos los actores ingleses de los que hayas oído hablar que estuvieran vivos hasta la fecha, metiéndolos en papeles de menor o mayor importancia.
Todas las grandes sagas que son así de extensas tienen que tratar una enorme cantidad de personajes. (Lord of the Rings, Star Wars, Dragon Ball, One Piece, Los Miserables...)

Tenemos en todas estas entregas repitiendo intérpretes de la más alta alcurnia, incluso algunos que anteriormente ya habían llegado al estatus de icono popular:
Alan Rickman haciendo del prof Snape (La Jungla de Cristal), John Clesse de Nick Casi Decapitado (Monty Python), Robbie Coltrane como el semigigante Hagrid (GoldenEye), John Hurt como el vendedor de varitas (Alien), Richard Harris como Dumbledore (Cromwell), e incluso el carismático enano Warwick Davis (Willow), entre muchos otros.

En la segunda peli se unen al reparto el fenomenal actor-director Kenneth Branagh como el egocéntrico profesor Gilderoy Lockart (Hamlet, Frankenstein...), que lamentablemente sólo aparecería en esta entrega de la saga. Este tío es impresionante. Y también tenemos de nuevas a Jason Isaacs como el inquietante padre de Draco Malfoy.

Esta 2ª parte es una de mis películas favoritas de la saga, no tanto por sus logros artísticos, sino porque es la adaptación del primer libro de Harry Potter que me leí de pequeño.