Ya que parece inevitable comparar esta película de suspense con su nueva versión de 1956, nuevamente dirigida por Alfred Hitchcock, la versión de 1934 es más sintética, y también más sórdida y violenta, al menos la parte que transcurre en Londres. Siguiendo con las comparaciones, aunque resulten un tanto odiosas, esta versión de los años 30 tiene como punto fuerte un villano tan curioso y carismático como el interpretado por Peter Lorre, mientras que la versión de 1956 no tenía a un villano carismático que se enfrentase a James Stewart y Doris Day.

Aunque su papel es bastante pequeño, Peter Lorre eclipsa a los demás actores en las escenas en las que aparece, y el guión y los diálogos no explican prácticamente nada de él, de modo que sólo sabemos que es el líder de un grupo de terroristas. En este largometraje, Hitchcock se ahorra las explicaciones y casi hasta el "quién lo hizo" de otras obras suyas, lo que hace que la acción sea mucho más ágil, si bien hay que reconocer que la trama es un tanto inverosímil y rebuscada. Destacaré, por último, la secuencia del asesinato del espía británico en el baile, en Suiza, por la inventiva que demuestra el director en cuanto a la labor de dirección y puesta en escena.