El hilo conductor de las imágenes de una película son las emociones, esas que se plasman en un gesto, en una mirada, en un beso.

El cine mudo no busca situaciones complejas en las que es necesaria la palabra, vive de los sentimientos que se abren al espectador como palomitas de maíz, pimpantes, frescos y llenos de naturalidad.

Michel Hazanavicius dirige con acierto este excelente film, extraordinariamente ambientado, homenaje a los silenciosos pioneros del cine con mayúsculas. Buenísima la interpretación de los protagonistas Jean Dujardin como George Valentin y Berénice Bejo como Pippy Miller reencarnándose en dos estrellas de los albores del cine.

Pequeña perla cinematográfica, alejada del cine de consumo, no es el anillo de diamantes que se puede adquirir en una joyería de lujo, es solo ese trocito de concha iridiscente que nos fascinó al encontrarla meciéndose en la orilla del mar.