Sumario

Esta película sobre un apasionado romance gay juvenil (un amor fou) nos muestra nuevamente la habilidad de Ozon para combinar géneros y su proverbial fluidez narrativa y aborda uno de sus más frecuentes tópicos: la insalvable distancia que establece el punto de vista entre la esquiva realidad y su relato y entre la percepción que tenemos de los otros y su verdadera naturaleza.

Reseña

Alexis (Félix Lefebvre) es un joven de 16 años que vive desde hace poco con su familia en un balneario de la costa normanda. Cuando sale a navegar con un velero, conoce a David (Benjamin Voisin), un joven que reside con su madre (Valeria Bruni-Tedeschi) en la zona. El encuentro da lugar a un romance entre ambos.

Como sucede con muchas películas de François Ozon, hablar de ellas implica mucho más que referirse a su anécdota. Pero podemos comenzar por ahí.

Ya desde su introducción, Verano del 85 nos muestra a Alexis en un momento posterior al romance, comprometido en una situación que puede llevarlo a un procesamiento vinculado con la muerte de David. Este tiempo se irá alternando con el del romance, lo que convierte a la película parcialmente en un enigma policial que como tal sostiene su interés.

Pero es el amor fou el principal objeto de la narración, que procede con la habitual fluidez de Ozon, con sus dosis justas de diálogos e imágenes, y con una colorida paleta veraniega de textura ochentosa, entregada a la belleza y carisma de los protagonistas, con esa soltura del cine francés a la hora de mostrar los cuerpos y el deseo.

Pero decíamos que Verano del 85 es mucho más que su anécdota sobre un apasionado coming of age: es un ensayo sobre el relato mismo y su relación con la realidad. Porque como sucedía en Dans la maison y otros filmes del realizador, cobra una relevancia fundamental el punto de vista. Y el punto de vista es el de Alexis, ya que la voz en off y lo que muestra la película corresponden al relato que hace él de su romance; es su versión de los hechos y su subjetividad la que se ponen en juego y en escena. Es el amor fou, con su pasión, sus idealizaciones, sus pactos, sus asimetrías, sus proyecciones, sus maneras de procesar la pérdida y el duelo, sus elementos perversos, en la voz de Alexis; el objeto/sujeto amoroso como salvación y como condena. Y esto determina también aquéllo que fatalmente queda fuera de campo (y fuera del control narrativo), sumiendo a Alexis y al espectador en la impotencia y la desesperación. Hay en el relato de Alexis un componente de nostalgia que el realizador pone en abismo con la nostalgia acerca de toda una época.

De este modo se pone en escena un tópico frecuente en el cine de Ozon – el carácter esquivo de la realidad y su insalvable distancia con el relato- y con el cine francés en general: lo literario (en este caso los apuntes de Alexis) como articulador de un relato cinematográfico. La subjetividad impregnando el relato, pero también y fundamentalmente, la percepción del ser amado.

Hay algo en gozoso y fresco en esta película que nos remite a Llámame por tu nombre y a la serie We Are Who We Are, ambas de Guadagnino (incluso Voisin parece una versión más proteica de Chalamet) y también chabroliano por la manera que articula el drama con el thriller.

Verano del 85 es otra muestra del talento de Ozon para combinar géneros, fluidez y ligereza con profundidad, candidez con perversión, para introducir elementos inesperados de humor y para crear los climas de una tragedia anunciada y presentarla.

https://impresionescinefilas.wordpress.com/2022/03/29/verano-del-85-ete-85-summer-of-85/