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Messer E Vork rating:
8
7.7
4,981
Drama
At the end of the Spanish Civil War, a working-class family that migrates from rural Spain to Madrid in the hopes of finding a better life, and their hopes are thwarted by Don Roque, the personfication of the oppressive social forces at work in the Madrid of the 1940s.
Language of the review:
- es
July 8, 2011
27 of 28 users found this review helpful
El hecho de que director, guionistas y autor de la idea original fuesen falangistas ha causado sorpresa en muchos que la han visto, ya que presenta una realidad urbana muy alejada de la propaganda oficial del franquismo, un mundo lúgubre lleno de miseria, hambre, delincuencia, vicios... Un poco honroso retrato que nadie comprende cómo pudo salir a la luz. La causa de que "Surcos" viese la luz fue precisamente que su director era falangista y tenía contactos en las altas esferas (entre ellos el Director General de Cinematografía, García Escudero, que dio su apoyo a la película en detrimento de la patriótica "Alba de América", producida por CIFESA, y que tuvo que dimitir al poco).
La cinta sufrió, como era de esperar, la censura, que afectó sobre todo al desenlace, más duro en la versión original de lo que lo es en la exhibida en cines. Sin embargo, "Surcos" mantiene la carga de denuncia social intacta. En contra de lo que muchos creen, este argumento no es nada alejado de los postulados falangistas (sí de los franquistas). Y es que Falange define al campo como el "vivero espiritual" de España, una idea seguramente aportada por la fusión con las JONS de Onésimo Redondo y Ramiro Ledesma Ramos (ambos castellanos y nacidos en entornos rurales), que defendían una visión social cimentada en los valores de una sociedad agraria (catolicismo, solidaridad arraigada en la tierra, statu quo, comunidad cerrada...) frente a lo que representaba la ciudad (modernidades extranjeras, liberalización de las costumbres, individualismo, vicio, picaresca, desenfreno...).
Es por eso que "Surcos" saca a la palestra las miserias del Madrid de posguerra (por otro lado, ciertas) en contraposición de un idílico campo personificado en la familia cuando llega (unida, con el padre como autoridad, etc.). Ello no quita desde luego para que la cinta fuese toda una molestia para las autoridades y un fiel reflejo de un mundo que sigue a medio camino entre la guerra y una recuperación que tardaría al menos una década en empezar.
Más críticas en:
https://unblogacincoalturas.wordpress.com/
La cinta sufrió, como era de esperar, la censura, que afectó sobre todo al desenlace, más duro en la versión original de lo que lo es en la exhibida en cines. Sin embargo, "Surcos" mantiene la carga de denuncia social intacta. En contra de lo que muchos creen, este argumento no es nada alejado de los postulados falangistas (sí de los franquistas). Y es que Falange define al campo como el "vivero espiritual" de España, una idea seguramente aportada por la fusión con las JONS de Onésimo Redondo y Ramiro Ledesma Ramos (ambos castellanos y nacidos en entornos rurales), que defendían una visión social cimentada en los valores de una sociedad agraria (catolicismo, solidaridad arraigada en la tierra, statu quo, comunidad cerrada...) frente a lo que representaba la ciudad (modernidades extranjeras, liberalización de las costumbres, individualismo, vicio, picaresca, desenfreno...).
Es por eso que "Surcos" saca a la palestra las miserias del Madrid de posguerra (por otro lado, ciertas) en contraposición de un idílico campo personificado en la familia cuando llega (unida, con el padre como autoridad, etc.). Ello no quita desde luego para que la cinta fuese toda una molestia para las autoridades y un fiel reflejo de un mundo que sigue a medio camino entre la guerra y una recuperación que tardaría al menos una década en empezar.
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SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
La película nos muestra, por un lado, a unos personajes que han sido "asimilados" por la urbe, que ansían sus lujos (ropa cara, piso propio, fama y fortuna) y que harán cualquier cosa con tal de conseguirlos (robar, instigar al robo, ponerse en manos de personas deshonestas o dejar que sus hijos caigan en manos de esas personas...), personajes que no sólo rompen con el civismo sino que también rompen con la moralidad (la madre "usurpa" el papel de cabeza de familia y pone al marido a fregar porque no gana dinero, el hijo mayor abandona el hogar y se va a vivir con la estraperlista sin estar casados, la hija sucumbe ante el Charmberlain...). Por otro lado, tenemos a otros personajes, que sólo quieren ganarse la vida honradamente y nada más. Hablo del hijo menor y de los titiriteros, que curiosamente viven en un barrio exterior que es casi como un pueblo y que, además, mantienen intacta la moral de la época (el hijo y el que será su suegro trabajan y la chica rubia hace las tareas del hogar con su mejor sonrisa, hasta que no formalizan su relación él y ella no pueden dormir en la misma casa por el qué dirán...).
Podemos ver un latigazo de moralina en el hecho de que todos los asimilados terminan mal (el hijo mayor muerto, la estraperlista perseguida por El Mellao, la hija y la madre avergonzadas por sus respectivas flaquezas...) y que los honrados acaben bien (excepto el hijo menor por la muerte de su hermano, por lo demás pierde una familia y gana otra), pero lo cierto es que el peso pesado de la malicia y la perversión, el Chamberlain, sale impune (después de todo, es rico y con influencias, y las moscas grandes suelen romper la tela de araña de la ley).
Al final, Nieves Conde tenía pensado un final en el que padre, madre e hija (los restos de una familia destrozada) se disponían a regresar al pueblo. Antes de subirse al tren, observan a otra familia de campesinos que acaba de llegar a la capital, inocentes como lo fueron ellos. El tren se pone en marcha con ellos a bordo y, cuando ha cogido velocidad, la hija salta al andén. Se queda en la ciudad, ha catado sus lujos y no quiere renunciar a ellos, quedando seguramente abocada a la prostitución. Un desenlace demoledor que fue modificado por la censura, que vio que "Surcos" había ido demasiado lejos en mostrar las miserias de un país que todavía no se terminaba de recuperar de un sangriento conflicto, por mucho que dijeran desde arriba.
Podemos ver un latigazo de moralina en el hecho de que todos los asimilados terminan mal (el hijo mayor muerto, la estraperlista perseguida por El Mellao, la hija y la madre avergonzadas por sus respectivas flaquezas...) y que los honrados acaben bien (excepto el hijo menor por la muerte de su hermano, por lo demás pierde una familia y gana otra), pero lo cierto es que el peso pesado de la malicia y la perversión, el Chamberlain, sale impune (después de todo, es rico y con influencias, y las moscas grandes suelen romper la tela de araña de la ley).
Al final, Nieves Conde tenía pensado un final en el que padre, madre e hija (los restos de una familia destrozada) se disponían a regresar al pueblo. Antes de subirse al tren, observan a otra familia de campesinos que acaba de llegar a la capital, inocentes como lo fueron ellos. El tren se pone en marcha con ellos a bordo y, cuando ha cogido velocidad, la hija salta al andén. Se queda en la ciudad, ha catado sus lujos y no quiere renunciar a ellos, quedando seguramente abocada a la prostitución. Un desenlace demoledor que fue modificado por la censura, que vio que "Surcos" había ido demasiado lejos en mostrar las miserias de un país que todavía no se terminaba de recuperar de un sangriento conflicto, por mucho que dijeran desde arriba.