Nueva colaboración entre el realizador Dennis Dugan y el actor Adam Sandler, que nos vienen a ofrecer una especie de comedia de enredo, que gira alrededor de un cirujano plástico, Danny (Sandler), el cual después de vengar con creces el desengaño que sufrió antes de casarse, con el truco del buen marido apaleado, parece que por fin ha encontrado el amor de su vida en la joven Palmer (Brooklyn Decker), pero resulta que para conseguir su propósito deberá montar toda una comedia con la complicidad de su secretaria Katherine (Jennifer Aniston).

El film quiere proponernos un juego de apariencias pero de una forma nada sutil: Danny simula ser un marido maltratado como truco para poder ligar con una mujer diferente cada vez, además se dedica a la cirugía plástica, por otro lado, para convencer de sus "buenas intenciones" a Palmer, debe seguir acumulando una mentira encima de otra, simulando que tiene una familia "moderna".

Como suele suceder en las películas protagonizadas por Sandler, en especial las últimas, más que reir, lo más que consigue es hacernos sonreir y esto en contadas ocasiones. La verdad es que con un poco de mala leche y mucha mayo acidez, el tandem Dugan/Sandler podría haber sacado mucho más provecho al tema puesto que material había de sobras con alguna situación. Sin embargo, lo único que han sabido aprovechar ha sido el cameo de Nicole Kidman con un personaje autoparódico y de largo lo mejor de la función. Sin embargo, los responsables del film no han querido ir mucho más allá de la típica comedia de situación y enredo que pese a los aparentes jaleos, es tan previsible como cualquier otra comedia romántica del mismo estilo.

Aunque Dugan intenta vestir el film de la manera más atractiva posible, Sandler hace de Sandler, Aniston de Aniston, la rubia tonta hace de rubia tonta, etc. Y aquí radica el principal problema de films de este estilo: la falta total de originalidad. Las situaciones y gags planteados nos suenan a ya vistos (y es que la verdad es que en la mayoría de los casos es así), y en general, como pasa con este tipo de films, pueden funcionar para un público muy poco exigente e incondicionales de Sandler o Aniston quienes no desaprovechan la cancha otorgada para "lucirse". Sería más correcto decir chupar cámara.

La última palabra, como siempre, la tendrá el espectador. En el fondo está en nuestras manos aceptar o dar totalmente la espalda a productos que en el fondo no tienen gran cosa que ofrecer pese a lo aparentemente bonito del envoltorio con el que nos lo ofrecen.