Este es uno de esos films pequeños que se saborean casi en la intimidad. Tiene una curisosa mezcla entre mesianismo bíblico y violencia, acompañado por una mirada prácticamente neutra.

Los personajes que pululan por este mundo pecaminoso, son bien curiosos y con caras bien conocidas como Rebecca de Mornay (que ha sido de ella en la actualidad?), Vincent D’Onnofrio, Michael Madsen o Delroy Lindo. El film situa en este contexto a un tipo muy curioso, que tiene la facultad de ganar siempre, algo que en un lugar como Las Vegas está totalmente prohibido.

El director Alex Cox nos da una visión muy diferente de Las Vegas, en absoluto complaciente, y con tintes apocalípticos dignos de cualquier biblia. Por otro lado, a destacar también la estética, que combina con sumo acierto la estética más moderna con la estética más puramente independentista. Atemporal, alejado de cualquier moda, Alex Cox nos ofrece su particular versión con valentía y olvidándose de la taquilla. El problema principal es que la taquilla también se olvidó de él. Aún así merece la pena recorrer este “peculiar” universo salido de la mente de Alex Cox.