Fuego en el cuerpo supuso el debut cinematográfico tanto de Lawrence Kasdan como de Kathleen Turner. Poca broma. Sobre todo teniendo en cuenta la enorme pericia del director de Silverado tras la cámara para llevar a buen puerto semejante juego de gato y ratón, y el derroche de carisma, sensualidad (y sexualidad) y talento de la intérprete de El honor de los Prizzi y La guerra de los Rose, entre tantas otras.
La propuesta no es muy diferente de otros thriller "calentorros" de los 80, la mayoría de ellos dirigidos por el especialista Adrian Lyne (Atracción fatal, Nueve semanas y media, Una proposición indecente), o de Instinto básico, por poner algunos ejemplos, pero el resultado es francamente bueno, gracias a un guion que vuelve loco no sólo al protagonista, el infortunado Ned (aunque muchas de las cosas que le pasan se las busca él solito, desde luego), a quien da vida un muy acertado William Hurt, sino también al espectador. ¿Quién es Matty? ¿Tiene o no una doble? ¿Son los protagonistas unos asesinos psicópatas o simplemente dos amantes atrapados en una relación de lo más fogosa que toma tintes perversos por la propia carnalidad y extremismo de la relación? Son preguntas a las que debe responder el espectador, mientras es entretenido a base de bien.
Una gran propuesta.

Lo mejor: Turner, fabulosa, la realización de Kasdan y la combinación entre entretenimiento, puro cine negro y mucho, muchísimo morbo erótico.
Lo peor: Nada, realmente (dentro de que tampoco es una obra maestra del cine).