Entretenido film, que no llega demasiado lejos por ser, indudablemente, bastante lacrimógena, algo sensiblera en ocasiones. Pero está beneficiada por la excelente interpretación de los dos protagonistas, sobre todo Mickey Rooney, en el mejor momento de su carrera, y por la elegancia formal en la realización de Sam Wood, uno de los grandes.
Su visión es agradable y mezcla los momentos dramáticos con los cómicos (perfecta, como siempre, la gran Margaret Hamilton), siendo en todo momento disfrutable y muy amena.
El cariño y ternura hacia sus personajes, queda reflejado de forma que resultan entrañables y cercanos, resultando empáticos y por tanto simpáticos en todo momento.
No es una gran película, pero se ve con una sonrisa y deja un grato recuerdo aunque podría olvidarse con cierta facilidad.

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