Esto es lo que a mí me alucina del Hollywood de esa época y lo que despierta mi nostalgia. La capacidad que tenía para, sin necesidad de invertir ningún pastizal, construir un magnífico entramado, para deleite del personal, donde tienen cabida muy diversos géneros con los que juega, fabula y divierten al espectador trasladándole a escenarios y personajes fantásticos, pero sin desprenderse nunca del todo de cierto aire ilustrativo que lo amarraba a la vida real.
En el caso de esta película y de la mano de Robert Stevenson,( un director que luego se especializaría en cine infantil y familiar pero que tiene en su haber algunas cintas como ésta de cine negro muy interesantes), el tema elegido llama mucho la atención porque será, probablemente, una de las primeras cintas en abordar el espinoso asunto del comercio de drogas que, hasta entonces, habría estado fuertemente prohibido por la censura tratar y que la conclusión de la II Guerra Mundial permitió abordar tímidamente.

Como bien nos señala la película al inicio, algunos casos están inspirados en extractos extraídos de los departamentos de Tesorería del Estado y Stevenson los toma para, por medio de un héroe al más puro estilo cine negro, Dick Powell,( que aquí nos va a recordar mucho a un Phillipe Marlowe o un Sam Spade en sus modales desenvueltos, su cinismo y su mente rápida y brillante), convertido en agente de narcóticos, trasladar al espectador por los entresijos de una red internacional de opio que opera por todo el mundo, aprovechando así, de paso, para hacernos viajar con él en intriga detectivesca en pos de los sospechosos a través del mundo entero, China, Egipto, Cuba y, finalmente EEUU.

El resultado para mí es divertidísimo. La cinta discurre rápida, los diálogos veloces...Cuidado con las palomitas o el sandwich si sois aficionados a ellas porque la presentación de la situación y los personajes no os va a permitir ninguna distracción. La trama es enrevesada, con varios giros y revueltas pero, al mismo tiempo, potente. Estoy seguro que cuando terminéis de ver esta película descubriréis que lo habéis pasado en grande amén de flipar un poquito con la ingeniosa red desplegada por estos grandes malos internacionales.
No es baladí que los japoneses sean presentados como el principal gobierno corruptor. No van a echar piedras a su propio tejado. Pero al menos tienen la decencia de dejar caer que todos los países han utilizado ese recurso para sometimiento de otro.
A Dick Powell no le tose nadie. Y menos unos camellos del tres al cuarto que pretenden despistarle. MUY BUENA.