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juanantlopez rating:
6
6.6
9,230
Drama
Year 1994. Erin Gruwell’s passion to become a teacher is soon challenged by a group of Black, Latino, and Asian gangbangers who hate her even more than each other. When Erin begins to listen to them in a way no adult has ever done, she begins to understand that for these kids, getting through the day alive is enough they are not delinquents but teenagers fighting a war of the streets that began long before they were born. Erin gives ... [+]
Language of the review:
- es
January 9, 2009
2 of 2 users found this review helpful
Es comprensible que se comparen estos Diarios de la calle con Mentes peligrosas, película que volvió a poner de moda el subgénero de las aulas conflictivas y el profesor-reformador.
Diarios de la calle no puede evitar caer en los tópicos que arrastran este tipo de películas, pero se esfuerza por construir su corazoncito y ofrecer alguna novedad al espectador. Si allí era Michelle Pfeiffer, aquí es Hilary Swank; ambas dan lo mejor de sí a pesar de los pesares. Las dos se ven inmersas en un ambiente muy hostil y con el que nadie quiere implicarse; en Diarios de la calle, la acción se sitúa en 1994, en California, con las tensiones raciales a flor de piel y con un sinfín de bandas proliferando en los barrios más marginales. En ellos, unos chicos prácticamente condenados a morir en cualquier esquina encuentran en su clase un inesperado refugio a sus problemas.
Lo más interesante de Diarios de la calle es ver cómo Erin (Hilary Swank) consigue hacer que reflexionen sobre su situación: con la historia de Ana Frank y otros libros con cuyas historias los alumnos pueden identificarse y encontrar una salida a sus problemas del día a día. Ahí es donde la película consigue sus mejores momentos, aun a pesar de caer en lugares comunes y tópicos manidos. Da la impresión, como siempre, de que los alumnos cambian de la noche a la mañana, de que de golpe se vuelven aplicados (aquí incluso puede parecer que demasiado), pero LaGravanese sabe moderar el sentimentalismo y encauzar la historia siempre desde un prisma realista.
Al final, queda una película correcta, con algunos buenos momentos y que mantiene el interés. Lo bonito, además, es saber que fue una historia real, y que la experiencia de estos Freedom Writers (título original de la cinta) ha recibido el apoyo de las instituciones.
Diarios de la calle no puede evitar caer en los tópicos que arrastran este tipo de películas, pero se esfuerza por construir su corazoncito y ofrecer alguna novedad al espectador. Si allí era Michelle Pfeiffer, aquí es Hilary Swank; ambas dan lo mejor de sí a pesar de los pesares. Las dos se ven inmersas en un ambiente muy hostil y con el que nadie quiere implicarse; en Diarios de la calle, la acción se sitúa en 1994, en California, con las tensiones raciales a flor de piel y con un sinfín de bandas proliferando en los barrios más marginales. En ellos, unos chicos prácticamente condenados a morir en cualquier esquina encuentran en su clase un inesperado refugio a sus problemas.
Lo más interesante de Diarios de la calle es ver cómo Erin (Hilary Swank) consigue hacer que reflexionen sobre su situación: con la historia de Ana Frank y otros libros con cuyas historias los alumnos pueden identificarse y encontrar una salida a sus problemas del día a día. Ahí es donde la película consigue sus mejores momentos, aun a pesar de caer en lugares comunes y tópicos manidos. Da la impresión, como siempre, de que los alumnos cambian de la noche a la mañana, de que de golpe se vuelven aplicados (aquí incluso puede parecer que demasiado), pero LaGravanese sabe moderar el sentimentalismo y encauzar la historia siempre desde un prisma realista.
Al final, queda una película correcta, con algunos buenos momentos y que mantiene el interés. Lo bonito, además, es saber que fue una historia real, y que la experiencia de estos Freedom Writers (título original de la cinta) ha recibido el apoyo de las instituciones.