En Venganza buscaba a su hija por París, después se busca a sí mismo en Sin identidad, últimamente andaba por el polo norte en un Infierno blanco... Liam Neeson se está recorriendo medio mundo con sus últimas películas, y si bien no son peliculones, su presencia les hace ganar puntos y, sobre todo, las convierte en opciones dignas con las que pasar un buen rato.
Sin identidad, dirigida por Jaume Collet-Serra (me apunté su nombre cuando vi La casa de cera y le puse un interrogante cuando vi Gool!!), es un thriller bastante entretenido, en el que un especialista (Neeson) en biotecnología tiene un accidente en Berlín y, al despertar del coma, descubre que le han usurpado su identidad. Solo y en una ciudad que desconoce, deberá investigar y luchar por entender lo que pasa y recuperar su vida (acordarse de Frenético es casi inevitable).
Coincido con la mayoría en que la trama de Sin identidad bordea lo inverosímil en gran parte, pero yo lo perdono si consigue embaucarme con gracia. Y en buena medida, lo consigue. Collet-Serra demuestra bastante sentido del ritmo y del pulso narrativo, y su estilo es atractivo y efectivo. Justo lo que necesita un buen thriller. Si a ello le añadimos un buen reparto (a Neeson hay que sumarle a secundarios como Diane Kruger, Aidan Quinn, Frank Langella o Bruno Ganz), Sin identidad se postula como un entretenimiento muy a tener en cuenta. Que después perdure es harina de otro costal. Al menos garantiza el buen rato, que no es poco.