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Slythwalker rating:
4
Drama A look at Napoleon Bonaparte's origins and his swift, ruthless climb to emperor, viewed through the prism of his addictive and often volatile relationship with his wife and one true love, Josephine.
Language of the review:
  • es
November 26, 2023
41 of 55 users found this review helpful
Jamás me habría esperado escribir una crítica así de una película sobre Napoleón dirigida por Ridley Scott y protagonizada por Joaquin Phoenix. Es de esa clase de películas que piensas que va a estar bien seguro, que como mucho a lo mejor se te hace un poco larga y ya. De hecho no se me ocurre ningún ejemplo reciente de una película de una escala como esta, con nombres tan destacados delante y detrás de la cámara como los de Napoleón, que sea, sin paliativos, un desastre. Al salir del cine te deja frío, pero cuanto más lo piensas peor se pone la cosa.
Mucho se estaba criticando la falta de rigor histórico cuando ha resultado ser lo de menos. Me da igual que no haya un rigor milimétrico siempre que la historia que veo en pantalla sea ficción histórica de calidad. No me molesta que Napoleón no disparase a las pirámides, lo que me molesta es que Egipto salga dos minutos y que parezca metido con calzador. Como todo en la película. Es una sucesión de escenas una detrás de otra horriblemente hiladas y que dan lugar a una historia descalabrada en la que ninguna de las partes brilla: ni las (vergonzosas) intrigas políticas que se pasan de puntillas; ni las campañas militares que, pese a su innegable espectacularidad, están mal desarrolladas antes y después y carecen de emoción (algo en lo que contribuye lo mala que es la BSO; y no porque no suene Waterloo de ABBA, sino porque carece de épica); ni la figura del propio Napoleón. A las dos primeras podemos encontrarles más o menos justificación en el tijeretazo que evidentemente ha sufrido la cinta en la sala de montaje (se sabe que duraba 4 horas y acabó reducida a 2 horas y media, y se nota demasiado). No obstante, sería engañarse a uno mismo creer que la versión extendida arreglaría por completo la película. Probablemente habría mejoras sustanciales, pero me da a mí que seguiría fallando algo clave: su protagonista. Napoleón Bonaparte, indudablemente una de las personas más ambiciosas, amenazadoras y poderosas de la humanidad tiene al fin su gran película de Hollywood y se le retrata como un hombrecillo asustadizo y patético. Ni rastro de un general que tuvo a toda Francia a sus pies y extendió un imperio colosal por Europa. Sales del cine preguntándote cómo es posible que ese idiota alcanzara el status que alcanzó. Y menos mal que al menos le interpreta Joaquin Phoenix, pero ni con esas salvamos las muebles de una caracterización terrible.
Tampoco sale demasiado bien parada una Josefina a la que tanto bombo se le había dado. Y mira que Vanessa Kirby es una actriz que se come la pantalla en toda película y serie en la que participa, pero aquí no tiene nada que hacer. “Napoleón estaba rendido a Josefina”, decía Ridley Scott en entrevistas, para que luego en la película se limite a abrirse de piernas para Napoleón y llorar en cuanto ve su nivel de vida amenazado.
No hay ningún otro personaje destacado en la película al que alabar porque todos van y vienen sin más, apareciendo únicamente para su cometido en cierta batalla. Excepto uno que sí que me ha gustado mucho: el duque de Wellington de Rupert Everett, con unos pocos pero gloriosos minutos en los que Napoleón hasta parece buena.
De qué sirve preparar una producción espectacular y poner en la gran pantalla batallas colosales (es innegable que estas secuencias a nivel técnico son intachables) si la historia que tienes es mala y la cuentas mal. Si tienes a una de las figuras históricas más importantes de los últimos siglos y de la historia de la humanidad en general y la conviertes en un ser ridículo. Descalabro histórico el del Napoleón de Ridley Scott.
Slythwalker
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