El resultado es deslavazado, no consigue que haya un asunto, sino más bien una estampa de una época y un grupo social que nos resulta desconocido. Trata de la vida de un preso en el penal de Ceuta en el siglo 19, con unos jóvenes Santiago Ramos y Ramiro Oliveros, y el más serio y mejor actor Alfredo Mayo. Una lástima que el guión naufrague y la dirección se limite a contarlo sin mayor profundidad. Y digo lástima porque la novela de la que procede, del mismo título que la película, es obra de Tomás Salvador, un libro notable con unos ambientes, descripciones y caracteres que apenas se entrevén en el film.
Con todo, merece la pena verla, y leer el libro, para hacerse imagen de una época y situaciones tan oscuros y perdidos en nuestra memoria. El espectador puede alucinar con la estampa de una corrida de "presos" en la cárcel, a falta de toros y porque aún no había fútbol en aquellos años, pero de alguna forma tenían que entretenerse en la trena. Es una de tantas cosas que eran así y que hoy nos dejan patidifusos. Qué cárceles aquellas. Qué sociedad. Es un mundo que afortunadamente pasó, pero que ahí quedó y no está de más conocer. Si el valor artístico es escaso, o justito, el histórico es más consistente, afortunadamente la ambientación sí está conseguida, y eso ya es bastante.