Las películas sobre abogados, bufetes y todopoderosas compañías con comportamientos delictivos son un tema recurrente en el cine contemporáneo, hasta llegar a convertirse casi en un subgénero cinematográfico. Son películas construidas en torno a héroes de una pieza, en torno a los cuales y a los peligros que deben afrontar para sacar a la luz la verdad y castigar a los malos gira toda la historia. Del carisma del actor protagonista masculino o femenino que lleve el peso depende buena parte del éxito de la película, como demuestran los ejemplos de Tom Cruise, Matt Damon, la oscarizada Julia Roberts y, ahora, George Clooney, espléndido en su papel de abogado venido a menos y acuciado por problemas personales. Pero el principal acierto de la película está en la forma en que se nos cuenta, a través de un larguísimo flash black, en cómo se intercalan brillantemente las vicisitudes personales de Michael Clayton con su trabajo, hasta conseguir un personaje completo y creible. Tom Wilkinson y Tilda Swinton perfectos en sus papeles secundarios de abogado y alta ejecutiva. En resumen, un gran debut en la dirección de Tony Gilroy, ya conocido por los guiones de la serie de películas de Bourne, y aquí también guionista.