True Detective es una evolución todavía más oscura y siniestra si cabe de la magistral adaptación de la serie ambientada en la lluviosa SeatleThe Killing, a su vez remake de una original danesa.
La esencia es la misma, un asesinato que en un primer momento puede parecer el típico arrebato de violencia de un violador o un loco puesto hasta arriba de metanfetamina, pero que poco a poco se va tirando del hilo para desenmascarar una trama que alcanza a todos los estratos sociales de una sociedad enferma y putrefacta. True detective ha conseguido que mi odiado Matthew McConaughey se transforme en un actor de primer nivel, junto a Woody Harrelson que ya era un ídolo para mi, forman una explosiva pareja de detectives que rompe con todos los tópicos vistos hasta la fecha. Bien es cierto que el personaje de McConaughey a veces puede resultar demasiado cargante con su oscura visión de estar de vuelta del mundo. Incluso algún episodio al más puro estilo Sons of Anarchy para darle un poco de acción a los que dan cabezadas, puede desentonar con la estructura principal de la trama, más reposada. Pero en general la serie me tiene enganchadísimo, y más ahora que se produce el encuentro entre ambos detectives tras años de distancia y odio. Acertada apuesta por el noir más siniestro y una mención especial para los títulos de crédito que son geniales. ¿Obra maestra de la televisión? habrá que esperar hasta el final para dictar sentencia, pero de momento y si no la cagan mucho, se acerca peligrosamente al Olimpo de las series donde gobierna tranquilo cual dios Zeus Breaking Bad. Por de pronto olvidémonos del Olimpo y adentrémonos en el infierno en la tierra, se llama Luisiana.